Ahí me tienen, de veraneo total (pero no de vacaciones, ojo). El
sombrero y las gafas son otras tantas promociones de EL PERIÓDICO.
Chulos, ¿eh? Zaragoza entera anda chapada. Pero los que nos hemos
quedado en la city (mogollón en los barrios populares, casi nadie
en las urbanizaciones de clase media-alta) tenemos la opción de
encontrar aparcamiento en cualquier parte, tomar copas en espléndidos
bares semivacíos, olvidar las apreturas y tomarnos las noticias a risa.
Hasta hoy no se han vuelto a ver Rajoy y Rivera. Sin
prisas. Así que tápense del sol si es de día (como hago yo) y pídanse
otra cañita (eso también lo hago), que para sufrir la depre ya tenemos a
Pablo Iglesias. Tras el 20-D estuvo de lo más activo y
cabroncete, por lo cual fue muy criticado. Ahora anda retirado,
prudentísimo y callado... por lo cual también le critican. Así es la
vida del alternativo: te pongas como te pongas te han de joder.
Pero lo que de verdad me fipla es imaginar que en Zaragoza, donde las
mujeres hicieron guerras para poder lucir bikini en las piscinas (y
luego topless), pueda vivir nuevas batallas, esta vez a favor o en contra del burkini,
que es esa especie de buzo que se ponen las musulmanas más integristas.
El otro día, en los Juegos Olímpicos, las jugadoras de volei playa
egipcias se presentaron con tal engendro para jugar contra las alemanas,
que iban (supermollares) con sus dos piezas. Ganaron las germanas,
claro. Está fuera de toda duda que el deporte (sobre todo el de élite)
transciende las marcas y las medallas para convertirse en un espectáculo
físico total. Los nadadores, ceñidos por minibañadores, exhiben cuerpos
que quitan el hipo. No les digo las/os velocistas negras/os, tan
musculadísimas/os.
Lo del burkini (y vuelvo al tema) me parece sencillamente
demencial. Estoy harto de estos desbarres islámicos. Y encima, cuando el
tema ha salido a relucir en medios y redes, los machistas cristianos
han salido en tromba a defender a las mujeres musulmanas, en un auténtico y perfecto contradiós.
En fin, me voy a correr un rato con la bici. Con maillot y culotte, que ya no estoy para presumir de nada. ¡Ay!
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