Como nos hemos pegado una semana pendientes de la Carrera de San
Jerónimo: que si debaten, que si votan, que si rodean el Congreso, que
si mira lo broncas que es Iglesias pero la finura que se gasta Hernando
(el del PP, pues el del PSOE bastante tuvo con tragarse el sapo
verrugoso)... pudo parecer que Aragón casi no existía. El outlet
zaragozano se difuminó en la bruma de los intereses creados (secundados
con un fervor maravilloso por PP, PSOE y Ciudadanos). Las ordenanzas
fiscales del agitado Ayuntamiento capitalino se aprobaron por fin, con
el grupo socialista bordando un nuevo ejercicio de geometría variable.
Al alcalde Santisteve le prepararon la enésima emboscada a propósito de
la Ley de Capitalidad y el Consejo de la CARTV. La dirección de Chunta
salió ilesa del Comité Nazional. El Real Zaragoza estrenó entrenador. Si
no llega a ser por Susana Sumelzo, pasamos desapercibidos.
De la diputada socialista por Zaragoza solo puedo decir lo mismo que
en su día dije del general Julio Rodríguez, cuando apareció en las
candidaturas de Podemos: quien asume un compromiso político en el que
hay mucho que perder y poco que ganar merece el máximo respeto. De
ventajistas, aprovechados y lameculos estamos sobrados. Las personas,
como Sumelzo, capaces de ponerse fuera de juego por ejercer la
coherencia, no abundan en ese mundo traidor. Y más ahora, cuando se ha
consagrado la mentira programática y la deslealtad con los electores.
Aragón, por lo demás, sigue volando sin motor. Es agradable. Plácido,
silencioso y barato. Uno tiene la sensación de que vamos camino de poca
cosa (con permiso de Labordeta), pero por una carretera bien asfaltada.
Conduciendo un Opel, por supuesto. Sin expectativas pero sin agobios.
Otra cosa que contribuye a nuestra tranquilidad es la ignorancia, o
mejor dicho: la distracción. Así, quedó visto para sentencia el juicio
contra el exdirector general de la extinta CAI, García Montes. Pero ese
proceso venía hueco. Al acusado (a quien Ibercaja, por derivación, ha de
pagar todos los meses ¡quince mil euracos del ala!) se le imputaba un
roto de unos seis millones. ¡Ja! A la CAI le hicieron un agujero de más
de 2.500 kilates. Y en esa manteca untaron muchos. Pero... ¿quiénes y
cómo? Misterio.
De esta forma uno se queda con la sensación de que, si existimos,
vivimos en un Limbo. Pasa lo mismo cuando le llevan al juez unas dietas
de 8.000 euros que pillaron dos directivos de Sarga, la empresa pública
aragonesa configurada a partir de Sodemasa (colocadero del PAR) y Sirasa
(ídem del PSOE). Ya ven: 8.000. Sin embargo nos hemos comido con
patatas la inaudita contabilidad dada a conocer por otra sociedad
pública, Motorland, que se autoanticipó en 2016 nueve millones de
pérdidas (que serán más), con un balance de risa y un escandaloso
escandallo (¡je,je!) de ingresos y gastos previstos. Jeta de hormigón e
impunidad de alto copete.
Así de bien pasamos estos agitados días, mientras Rajoy era investido
y el mundo político se ponía del revés. ¿Qué puede esperar Aragón del
nuevo Gobierno? Como mucho, buenas palabras. O sea, nada.
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