viernes, 28 de octubre de 2016

Y sin embargo la realidad está ahí 20161028

Su investidura convertirá a Rajoy en el protagonista de un increíble cambio político que supera el modelo gatopardesco y ha sido celebrado por los medios adeptos con admirados titulares. Del rodillo al diálogo, de la altanería al buen rollito, de la corrupción a la regeneración, de la crisis al España va requetebién, don Mariano nos ha roto la cintura con su regate ¡sin moverse del sillón! Tendrán razón quienes admiran su exitosa flema y la consideran el no va más de la habilidad política.

Ayer por la mañana estuve durante un buen rato intentando simultanear el seguimiento del debate parlamentario con mi asistencia a las Jornadas sobre Información y Violencia Machista (pues, aun siendo varón, todavía puedo atender dos asuntos al mismo tiempo). Pero al final el presidente impenitente me dejó KO. Cerré el cacharrín internáutico y me puse a lo que estaba. No tardé ni un minuto en comprender hasta qué punto la maravillosa España virtual en cuya descripción se han empeñado Rajoy y el siempre inefable Hernando (el del PP)... nada tiene que ver con el país real donde cada año se denuncian 30.000 agresiones a mujeres (datos del Poder Judicial) y en el que, durante el último lustro, entre 600 y 700 han sido asesinadas (según Feminicidio.net). Todo ello mientras los recortes causaban estragos en los dispositivos judiciales y de todo tipo que intentan afrontar y frenar este gran tsunami terrorista.

Suponer que el futuro gobierno, amable, pactista y comprensivo, se dará la vuelta para reforzar los servicios públicos, priorizar las necesidades sociales, salvar las pensiones, replantear los tributos, combatir la desigualdad y ofrecer alternativas a los conflictos territoriales es una ficción descabellada. Pero muchas personas aparentemente sensatas finjen tomarse en serio tal disparate, para que nadie las crea partidarias del populismo, el comunismo o saben los dioses qué clase de ismo intolerable. Victorioso, Mariano Rajoy será él y otro al mismo tiempo, el poli malo y el poli bueno (que acaba siendo el peor, claro). 

JLT  28/10/2016

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