domingo, 9 de octubre de 2016

Otro debate sin pena ni gloria... ni nuevas ideas para Aragón 20161009

Es verdad que el último debate sobre el Estado de la Comunidad arrastró consigo esa situación política endiablada, que desde Madrid y Barcelona se extiende por toda España como una especie de marea negra. Y no es menos cierto que tal fenómeno viene trastornando simultáneamente la gestión del Ejecutivo autónomo y la del Ayuntamiento de Zaragoza. En estos dos ámbitos, PSOE y Podemos (por extensión IU y otros componentes de la plataforma Zaragoza en Común) compiten en la acumulación de torpezas y feas maniobras. La rebatiña, por supuesto, perjudica a ambas fuerzas políticas. Pero es dudoso que Echenique, Santisteve, Pérez Anadón e incluso el propio Lambán sean conscientes de hasta qué punto le están haciendo el juego a esa derecha, el PP, que espera sentada a que las revueltas izquierdas (también CHA) le hagan todo el trabajo.

El presidente del Gobierno aragonés ha admitido de antemano que sus recursos financieros son muy limitados, y por ello su capacidad de intervención también. Lo más tremendo de su discurso ante las Cortes fue la confesión de que esta Comunidad necesita 600 millones más al año para poder cuadrar sus cuentas. Entre tanto, el actual Ejecutivo se limita a curar con breves apósitos las graves heridas causadas por los recortes del que presidió Rudi.

No cabía esperar nada mas. Y nada más hubo. No sólo por parte de Lambán, sino por el de casi todos los demás portavoces. Si acaso cabe resaltar que, a estas alturas, la incapacidad de Echenique a la hora de renovar el temario aragonés y fijar nuevos objetivos estratégicos resulta preocupante. El líder aragonés de Podemos no se ha puesto al día, no conoce bien las claves sociales, económicas y culturales de esta tierra, no sabe analizar la realidad concreta, no aporta ideas de interés general y no sale de las consideraciones ideológicas más manidas. Así ni condiciona al Gobierno ni marca nuevos rumbos al debate político, que sigue girando sobre sí mismo sin salir de los aborrecibles clichés y lugares comunes. En este plan, sus advertencias sobre las consecuencias de una eventual abstención del PSOE en una posible investidura de Rajoy, además de confusas sonaron extemporáneas. Allí se estaba a otra cosa.

Escribí hace unos días que Aragón esta tirado en la cuneta. Rectifico: está tumbado a la bartola. Porque su laxitud no es tanto consecuencia de una acción externa como de una especie de voluntad inmovilista. La derecha (la auténtica, que Ciudadanos ni siquiera alcanza la condición de remedo) no ofrece nada que no sea mantener las rutinas más conservadoras (en el peor sentido del término) y oponerse a cualquier novedad. Las izquierdas, enredadas en sus líos, se muestran incapaces de convertir sus programas en acciones fructíferas: reformando la administración, optimizando la productividad del sector público (sociedades incluidas), consolidando los servicios, lanzando programas de apoyo a la economía productiva, abandonando los proyectos fallidos que lastran los presupuestos y vampirizan los fondos especiales de inversión... Mientras, una ciudadanía abúlica y resignada, se deja llevar... hacia ninguna parte. 
 

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