Ya saltó el bloqueo. ¡Aleluya! Eso sí: España se ha quedado no ya
medio rara sino rara del todo. Para que Rajoy, se haya podido dar el
gustazo, las reglas implícitas de la Transición, el bipartidismo, la
lógica electoral, la función política del PSOE y la inteligencia
elemental de analistas y ciudadanía han saltado por los aires. No quiero
ponerme apocalíptico, no sea que me confundan con Iglesias o cualquier
otro agitador populista; pero sea corto o largo el mandato que ahora
empieza, les aseguro que no será ni amable ni tranquilo. Cabe suponer
que el proyecto destinado a convertir a los votantes en meros
consumidores de productos parecidos aunque con marcas diferentes (o
Cola-Cao o Nesquick, o Coca Cola o Pepsi Cola, o Volkswagen u Opel... o
PP o PSOE) no tendrá éxito... Aunque tampoco lo consigan las propuestas
rupturistas. Ya veremos.
Filósofos y politólogos se devanan los
sesos intentando describir el plano básico de la actual contradicción.
Puede ser geográfica: norte frente a sur, centro frente a periferia (o
viceversa), áreas metropolitanas frente a medias y pequeñas poblaciones.
O generacional: jóvenes urbanos y formados por un lado, viejos rurales
con escasos estudios por otro. O tradicional: izquierdas vs. derechas. O
espacio-temporal: la gente del 78 en contraposición con quienes
critican y rechazan la Transición.
Es todo eso y algo más. Mal que
les pese a quienes abominan del 78, el constitucionalismo reformista
fue entonces la única salida posible para alcanzar unos objetivos
democráticos que la correlación de fuerzas impedía conquistar mediante
la ruptura definitiva. Pero ahora no se trata tanto de considerar la
actual Constitución como un baluarte a defender o un obstáculo que
derribar. Guste, o no, el 78 es obligado punto de partida. Y lo que se
dilucida es si desde la realidad que creó se avanza hacia nuevos logros
democráticos y sociales... o se retrocede en la dirección contraria. A
esto último aspira la derecha, convencida en su fuero íntimo de que hace
40 años hizo demasiadas concesiones. Ojo pues con la nueva Transición.
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