jueves, 6 de octubre de 2016

Aragón, tirado en la cuneta 20161006

El hecho de que no haya ni un aragonés en la gestora del PSOE ya no tiene demasiada importancia. A la postre, allí no se van a tomar decisiones que mejoren o empeoren la situación objetiva de un territorio cuyas cuitas a nadie interesan demasiado (ni siquiera a sus propios habitantes). Mientras tanto (y ahí nos duele a todos, salvo a las buenas gentes de orden), el Gobierno en funciones nos pone en riesgo de perder todos los fondos europeos, y circunscribe las subvenciones a los municipios donde mandan los suyos. A los ayuntamientos podemistas (o similares) y a los del implosionado socialismo... que les den.

Hoy empieza el debate sobre el estado de una comunidad, la nuestra, que se ha vuelto a quedar varada en las costas de la indiferencia. Se aleja en el tiempo aquel periodo glorioso, cuando el Ejecutivo central, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, tras derogar el trasvase del Ebro nos echó una pasta, que gastamos alegremente en la Expo y otras maravillas. ¡Ah! ¡Los días en que los ejercicios incluso acababan en superávit y era posible ampliar pistas de esquí, construir circuitos de alta velocidad, instalar depuradoras de lujo... y asumir cualquier sobrecoste!

Ahora, Aragón tiembla sobre la cuerda floja, bamboleándose al ritmo en que se bambolea España entera. sin protagonismos (salvo las sorprendentes apariciones de Javier Lambán en los telediarios), como un eco automático de la milagrosa recuperación del PP, del suicidio del PSOE, de los esfuerzos del sistema por exorcizar a Podemos, de la habitual ausencia de Ciudadanos.

Si los socialistas permiten el contraataque imperial de Rajoy-Dark Wader, aquí tal vez se rompa el dudoso pacto de las izquierdas, ese por el cual Carlos Pérez Anadón no deja vivir a Pedro Santisteve, a mayor gloria de Jorge Azcón.

Lo importante es que ya hay ambiente prefestivo en Zaragoza, los restaurantes de Huesca siguen triunfando y nos esperan cinco años más de GP motociclista en Alcañiz. O sea que nuestro estado, tirados en la cuneta, tampoco es tan malo. ¿No? 

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