Apenas calienta ya el sol de poniente pero los autobuses de Zaragoza
siguen entrando en combustión, provocada, al parecer, por los muchos
años y kilómetros, el pésimo mantenimiento y otras evidentes desdichas
del servicio. ¿Servicio? Bueno... La primera y principal plataforma de
la movilidad colectiva en esta capital, que nunca fue ninguna maravilla,
ha derivado en un completodesastre. Mucho tiene que ver con ello la
última y sospechosa adjudicación a la actual concesionaria (AUZSA).
Aunque eso es obviado sistemáticamente por quienes se han empeñado en
que la culpa de todo la tienen los infelices de Zaragoza en Común, y no
las dolencias crónicas de una ciudad mal administrada desde hace
décadas.
Pero a lo que iba: los autobuses arden. Nueve en un año.
Por suerte ningún usuario ha sufrido heridas o males mayores (por el
fuego, digo, que en esos vehículos decenas de pasajeros sufren lesiones
de todo tipo por culpa de los frenazos, acelerones y otras cabriolas).
Pero estamos jugando con fuego (nunca mejor dicho). ¿Y si un día el
incendio corta la retirada a los pasajeros?
Llena de pasmo la
tranquilidad con la que los zaragozanos de a pie nos estamos tomando
esto de que los buses se conviertan en tristes fallas. Por no hablar de
cómo van de sucios, descuidados e incumpliendo normas elementales de
circulación. Mientras, el ayuntamiento sigue enmarañado en esa guerra
intestina de todos (salvo CHA, algunas veces) contra ZeC. Y un sector de
la opinión pública proclama mañana, tarde y noche que los autobuses son
cojonudos y la culpa de todo (incluso de las constantes quemazones) la
tiene... el tranvía. Qué imbecilidad.
En fin... Más surrealista
todavía es la situación en esos Estados Unidos que hoy votan sin otra
elección que una burócrata desalmada (el mal menor) y un monstruo
ultrarreaccionario (el mal peor). Dicen los cronistas que el mundo
contiene el aliento. Tal vez porque este planeta se parece cada vez más a
un autobús de AUZSA: viejo, asqueroso y a punto de arder. Cosas del
negocio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario