Mariano Rajoy llegó temprano a la la calle Génova de Madrid. Se metió en su despacho, se puso a trabajar, habló con Merkel y otros líderes europeos, se reunió con el Comité Ejecutivo de su partido... y envió a Dolores de Cospedal a dar explicaciones. Para entonces, la prima de riesgo había subido a 464 (el viernes se había estabilizado en 441) y la Bolsa española caía un 3,48%, a punto de romper el suelo de los ocho mil puntos. Al tiempo, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente en funciones, daba su particular explicación de lo ocurrido en la jornada electoral: la caída del PSOE se debía, dijo, a las excepcionales circunstancias económicas, y él ya había avisado de que las medidas tomadas desde mayo del 2010, aunque necesarias, "tendrían su precio". Cuatro millones trescientos mil votos les ha costado a los socialistas la presunta coherencia de su secretario general.
EN CIFRAS Porque lo ocurrido el domingo tiene su clave en el castigo electoral al PSOE. El PP, realmente, solo logró captar 552.683 sufragios más que en el 2008 y con 10.830.693 votos se quedó por debajo de los 11.289.335 logrados entonces por los socialistas. Los conservadores no arrasaron, fueron sus oponentes quienes se disolvieron en las urnas como un tormo de azucar en un vaso de agua hirviendo.
¿A dónde han ido los 4.315.455 votos perdidos por el PSOE? Con amargo sentido del humor, Elena Valenciano, responsable de la campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba, ha declarado: "Hemos sido muy socialistas (...) hemos repartido votos a todo el mundo". Es una manera de decirlo. Si medio millón de papeletas recolectadas por Zapatero en el 2008 (centristas de orientación alternativa) han podido pasar al PP, ochocientas mil (centristas regeneracionistas, progresistas jacobinos) han ido a PUD y setecientas mil (progresistas clásicos) a IU; otras decenas de miles se han desperdigado refugiándose en opciones tan dispares como CiU, Amaiur e incluso Equo. Para completar la suma, computemos el 2,26% de incremento de la abstención (mucho más patente en zonas de izquierdas) y el 2,66% que sumaron los votos nulos y en blanco.
Semejante dispersión ha roto el modelo bipartidista, ha convertido al PP en fuerza hegemónica a un precio realmente bajo (los conservadores recogieron en Madrid veinte mill sufragios menos que en el 2008 pero se llevaron un diputado más) y ha dejado al PSOE herido y perdido en el laberinto de los grupos de la oposición, que son más numerosos que nunca y van a dar un contrapunto confuso y contradictorio a las mayorías absolutas del PP en Congreso y Senado.
IU ha avanzado trabajosamente (cada diputado le cuesta 1562.000 votos). UPD se ha hecho hueco (a 228.000 papeletas el escaño). Amaiur va a dar mucha guerra (y solo ha necesitado 47.000 sufragios para cada uno de sus asientos en el hemiciclo).
CONSECUENCIAS A Rajoy le ha salido la jugada perfecta. En febrero celebrará congreso ordinario su partido. Para él será una etapa más de su paseo triunfal. Y en marzo el incombustible Javier Arenas ocupará, en su nombre, Andalucía. En el PP están tan llenos de gozo y autoestima que incluso minimizan el impacto negativo que puedan tener las medidas que van a tomar; esas mismas medidas que el futuro presidente del Gobierno guarda celosamente en su cabeza al igual que el nombre de quienes van a ser sus ministros más relevantes.
Rajoy no quiso aparecer ayer en público. Cospedal habló por su boca para anunciar que los conservadores confían en ocupar el Ejecutivo antes de Navidad apurando los plazos pero sin sobrepasar los protocolos al uso. Confían en una transición "modélica". Será coordinada por Soraya Sáenz de Santamaría y el aún ministro Ramón Jauregui.
Rápido pero sin acelerarse. ¿Cuándo va a lanzar Rajoy algún mensaje concreto que dé pistas sobre sus intenciones? A la espera de tal advenimiento, los medios de comunicación internacionales
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/martes 22.11.2011
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