A Mariano Rajoy le habría cuadrado más que las elecciones se hubiesen celebrado el día después de su cara a cara con Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando la marea conservadora había alcanzado su cénit. Ahora la campaña se está estancando y el tiempo muerto no beneficia al PP. Tampoco pondrá en peligro su requetecantada victoria, pero limará el entusiasmo, frenará la avalancha, creará dudas. La Comisión Europea hizo ayer públicas previsiones que dan por hecho el estancamiento económico en la UE y la Eurozona, y descartan la posibilidad de que España cumpla con la limitación del déficit público y pueda crear empleo de manera significativa en los dos años próximos. La crisis no cesa, ha venido para quedarse por mucho tiempo y la euforia económica de la derecha está entrando en contradicción con la triste realidad. Con Zapatero o sin Zapatero, esto no se arregla tan fácilmente.
HINCHAR LAS VELAS Rajoy, en Tenerife, insistió en que él hará lo que pida Europa, que cumplirá con todos los requisitos habidos y por haber, que frenará en seco el gasto y pondrá a España a la cabeza de la UE, "junto a los países importantes". De fondo resonaban los rumores (nacidos en Berlín y París y desmentidos en Bruselas) de que el espacio comunitario se dividirá en un núcleo duro rico y una periferia más pobre e inestable, las famosas dos velocidades.
Al PP le acechan las dudas de un sector de la opinión pública inquieto por la inconcreción de las propuestas conservadoras en materia económica. Cuando Cristóbal Montoro sale a la palestra y proclama que su partido "hinchará de nuevo las velas de la economía", uno se pregunta: ¿y cómo será esto? "Porque el aire volverá a soplar", contesta impertérrito el mismo Montoro antes de ofrecer la consabida receta: rebaja fiscal, equilibro presupuestario, reforma laboral, reforma del sector bancario. Un planteamiento demasiado general y que tampoco parece el más adecuado para incrementar la demanda interna y empujar la actividad hacia adelante. Para acabar de redondear la incertidumbre, Esteban González Pons, el vendedor por antonomasia, ha sido capaz de declarar que la crisis no estuvo provocada por el ladrillo, ¡qué va!, "sino por la falta de crédito y la incapacidad del Gobierno para afrontar la situación".
La AEB, patronal de la banca española, ha advertido de que el futuro Ejecutivo no dispondrá de cien días de gracia, pues de inmediato deberá explicar su política económica y adoptar medidas de choque que tranquilicen a los mercados. No bastará con las buenas palabras. El aviso, por supuesto, va dirigido a Rajoy. Los bancos quieren algo más: una "devaluación interna", al estilo de la llevada a cabo por las repúblicas bálticas, que cree condiciones para volver a crecer tras un empobrecimiento masivo (de todos menos del sector financiero, cuyos beneficio, por supuestísimo, se consideran condición imprescindible para el despegue).
DURÁN Y LARA Aún quedan ocho días para que el personal le siga dando a la cabeza, se anime, se desanime e incluso mude de opinión. Antoni Durán i LLeida todavía pretende que el PP no se lleve la mayoría absoluta (y menos con los votos catalanes). Motivado quizás por el ejemplo de Grecia e Italia, el candidato de CiU aprovecha cualquier ocasión para seguir reclamando un Gobierno de Concentración de naturaleza "excepcional" donde estaría todo el mundo (salvo Izquierda Unida). Asegura que esta medida tranquilizaría a los mercados. Cayo Lara, aludido por la parte que le toca, ha atribuido dicha propuesta al deseo del propio Durán de ser ministro. El primer candidato de IU tiene otras miras. Si por él fuera, España propondría a Europa desandar el camino que nos ha llevado a la encrucijada actual "anulando los tratados de Maastrich y de Lisboa, así como la directiva Bolkestein, y modificando el pacto del euro". Casi nada.
Rubalcaba parece más tranquilo. Se fue a Menorca acompañado de Cristina Narbona. Allí, en plena Reserva de la Biosfera, hizo un discreto acto de fe ecologista proponiendo el desarrollo de las renovables mientras se van cerrando las centrales nucleares conforme concluya su vida operativa. Al tiempo, el PSOE rechazaba la susodicha Europa de dos velocidades y el PSC retiraba un vídeo suyo, superpolémico, en el que un enfermo palmaba por culpa de los recortes sanitarios.
Lo más curioso de todo es que, encuestados por el Canal Elecciones 2011 de Youtube y la agencia EFE, todos los candidatos relevantes coincidieron en que para crear empleo hay que "abaratar la contratación y no el despido". La cuadratura del círculo.
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