viernes, 15 de noviembre de 2013

Autobuses (de Zaragoza) en la niebla 20131115

El Ayuntamiento de Zaragoza y la concesionaria del servicio de autobuses han librado una extraña guerra. Más de un mes de rebatiña para volver al principio y alcanzar un posible acuerdo que perfectamente podía haberse logrado antes de iniciar las hostilidades. Supongo que esto cierra el conflicto (aunque vayan ustedes a saber), pero las causas del mismo permanecen envueltas en la característica niebla que envuelve las relaciones entre instituciones y contratistas de servicios públicos. A través de esa bruma, apenas vislumbramos las trampas y ficciones propias de una perniciosa leyenda: la que asegura la mayor eficacia y el máximo ahorro si los servicios antes citados son dejados en manos de empresas privadas, en vez de ser gestionados directamente por las administraciones. Valiente parida.

TUZSA y ahora por AUZ (que siendo la misma cosa son dos cosas diferentes) se han convertido en una fuente de sorpresas. Supimos que esta sociedad (integrante de un grupo más amplio denominado Avanza) había sido vendida justo cuando recibía la adjudicación de los autobuses zaragozanos. Se fueron los británicos, llegaron los mexicanos. Alguien ganó mucha pasta y el transporte de pasajeros en la capital aragonesa fue en buena medida la dote del bodorrio. ¡Bufff!, dijimos, vaya barro. Pero entonces no sabíamos que, además, las presuntas deudas contraídas por el Ayuntamiento con TUZSA (53 millones, según pide la contratista), junto con la concesión renovada, estaban sirviendo para avalar la refinanciación de Avanza, por un total de 365 millones. ¿Eran conscientes los jefes municipales de semejante enjuague? ¿Lo consintieron?

Luego, apurado por los despidos y la huelga, el Ayuntamiento contratacó: intentó controlar mejor las actividades de TUZSA-AUZ y reclamó a ésta 10 millones por diferentes motivos. Moraleja: TUZSA ha hecho siempre lo que quiso, y los responsables municipales de los últimos decenios nunca inspeccionaron en serio su actividad. Ahora, tras el arreglo, tal vez volvamos a chapotear en el mismo barro. La niebla solo escondía y esconde... un monumental negocio.


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