El de ayer fue un día muy agitado. Y bastante alucinante, como suele. El Congreso aprobó la Ley Wert
con toda la oposición reclamando la desobediencia civil y anunciando
que, en cuanto el PP pierda la mayoría absoluta, el engendro será
derogado. Un cachondeo. Y estamos hablando de educación, ojo. Antes,
Interior había anunciado que la Ley Fernández se suavizará. En vez de clavarte 600.000 euros te pondrán multas de sólo
30.000. Muy compasivo. Por supuesto los activistas (de las mareas,
antidesahucios, quincemayistas y demás turba) se están confabulando para
negarse a pagar si les cae encima el marrón. Normal. ¡Ah!, también se
aprobaron leyes de Transparencia (en Aragón y en Madrid al
alimón). Guay. ¿Quiere decirse que se harán públicos los contratos de
las administraciones, las subvenciones y cualquier expediente que sea
requerido? ¿Podremos conocer al detalle las auténticas cuentas de las
sociedades públicas y participadas, ingresos, gastos, organigrama y
sueldos de sus directivos? ¿Tendré por fin el placer de saber cuánto
cuesta un GP de motos en Alcañiz o cuál es el saldo de cada campaña de
esquí? Ya les digo que no. Entre tanto, la judicatura va a ser
politizada ya sin disimulos, la unidad anticorrupción de la Policía está
siendo reestructurada a modo y los peritajes de Hacienda (en casos de
delito fiscal o blanqueo de capitales) los harán quienes designen los
jefes del tema. ¡Uy, que transparente!
Y aquí, ya ven. Presentaron al fin los presupuestos de la autonomía, tan negociados por doña Rudi y don Biel
Por lo visto crecen. Muy poco pero crecen. El problema es que, como
pasa con los de este año, nadie se los cree. Además será imposible saber
si se ejecutan (bonito verbo). Cerrando el gasto en otoño y admitiendo,
como ha hecho el consejero Saz, que el Gobierno
aragonés va a pagar a sus proveedores a noventa y cien días, en el papel
pueden poner lo que quieran. Luego el Ejecutivo hará lo que le dé la
gana.
Iba a comentarles lo del Canfranc y la Travesía Central. Pero como no tengo más espacio, me guardo el tema para el Mirador del domingo. Que la cosa también tiene su guasa.
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