El sector público español y todo el entramado institucional necesitan
ser reformados, y el complejo sistema normativo que regula nuestras
existencias, también. La gestión del conjunto de las administraciones
tendría que ser más eficiente, más productiva, más transparente y por
ello mismo más honrada y, si me apuran, más barata. El problema radica
en que esa bandera la enarbolan hoy quienes no aspiran a mejorar el
funcionamiento del Estado, sino a reducir a éste a su mínima expresión,
cuando no a destruirlo. Por el contrario, los partidarios de lo público
aparecen casi siempre replegados a una posición defensiva, inmovilista y
muy poco creativa.
De la misma forma que cabe retocar la propia
Constitución (que de todas formas es ya papel mojado) o la Ley
Electoral, la organización de los servicios, el funcionamiento
administrativo, la transparencia, el ejercicio de los derechos
ciudadanos, la protección del medio ambiente y un largo etcétera
necesitan una revisión a fondo. Insisto en que con ello no se trata de
recortar, reducir, devaluar o eliminar, sino de mejorar y avanzar en la
construcción de una democracia social digna de tal nombre. La educación
es manifiestamente mejorable. La Universidad no puede seguir encerrada
en sí misma, corroída por la endogamia y unas tradiciones cuasifeudales.
La burocracia reclama a gritos una actualización que la simplifique y
racionalice. La reforma fiscal es imprescindible. Como lo es eliminar la
opacidad que reina en las administraciones. Cuando los soportes
informáticos ofrecen la posibilidad de dar perfecta visibilidad a
expedientes, contabilidades, contratos y todo lo demás, el escamoteo de
tal información sólo ayuda a los corruptos.
Ya sé que no es esto, sino todo lo contrario, lo que quieren Rajoy, Wert y Montoro (o el tándem Rudi-Biel
con su ocurrencia de permitir la desgravación de los seguros médicos
privados). Pero los de la acera de enfrente ya tendrían que estar
proponiendo alternativas destinadas a reforzar el Estado mediante la
eficacia gestora y la ampliación de derechos. De ésta o se sale hacia
arriba... o hacia abajo.
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