El PSOE arrastra una condición que no sé si correrá a su favor o en
su contra: es el partido más observado, comentado y abierto en canal que
transita hoy por la política española. Al tiempo, intenta recomponer y
remontar sus últimas derrotas. Por eso organizó la Conferencia Política
del pasado fin de semana. Para darse cuerda y tener algo que ofrecer al
mosqueadísimo respetable. Otros deberían tomar ejemplo. Porque están
pasando muchas cosas y muy graves sin que la atribulada ciudadanía
disponga de alternativas serias en clave progresista.
Ahora bien, ¿ha salido el PSOE de su Conferencia más rojo, más verde y más morado, como anunció Elena Valenciano?
Eso ya lo dudo. Entre otras cosas porque en el Palacio de Congresos de
Madrid fueron protagonistas los de antes, los de siempre, los que ya
conocemos. Rubalcaba pactó con Susana Díaz el aplazamiento
de las primarias y luego se marcó un discurso final que anuncia su
voluntad de ganarlas cuando sean convocadas. Puro arreglo de aparato.
Esto no es más ni es menos, ni es una ida ni una vuelta, es... el
Partido Socialista con sus múltiples vicios (¡esa corrupción!) y sus ya
escasas virtudes. Bastaba observar a la delegación aragonesa. ¿Se volvió
Belloch más rojo, Lambán más verde, o más morado cualquiera de los rurales
de arriba o de abajo? Bueno, sin olvidar que el color del feminismo no
es propiamente morado sino violeta. El morado-morado da carácter
tricolor a la bandera de la República, pero la Conferencia se declaró
más bien monárquica (eso sí, entre abucheos).
El contenido de
los debates y de las resoluciones mezcló ingredientes que ya estuvieron
en anteriores programas electorales socialistas, aunque luego no se
desarrollaron o se desarrollaron mal. El Concordato, por ejemplo, ya se
revisó (con la vicepresidenta Fernández de la Vega fascinada por
la elegancia vaticana) ¡para mejorar la dotación económica de la
Iglesia! Por no hablar de cómo se reformó la Constitución en dos días
durante el mandato de Zapatero. O sea, que estamos ante las ideas de siempre expuestas por unos personajes eternos.
(Continuará).
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