A muchos delegados en la Conferencia Política del PSOE les disgustó
que el escenario no exhibiera los símbolos del partido sino sólo la
palabra Socialistas sobre fondo rojo. Pero esta escenografía
tenía un objeto evidente: lanzar un señuelo a la llamada izquierda
social, a esos tres o cuatro millones de votantes imprescindibles si de
recuperar el poder se trata. Porque a pesar de que la cultura psoecialista rechaza cualquier soporte unitario de las izquierdas y considera que el propio PSOE es la única izquierda real, tanto Rubalcaba
como sus potenciales sucesores están imaginando ahora mismo un golpe de
efecto que galvanice a la opinión pública y haga de su partido lo que
es cuando gana: un frente popular electoral, el gran receptáculo
de los sufragios (útiles) progresistas. Sueñan con remontar el
desencanto y repetir la tacada que llevó a Zapatero desde su inesperada victoria en el 35° Congreso hasta el palacio de La Moncloa. Claro que esa bala ya fue disparada. Y falló.
Si el PSOE va a lo suyo, IU hace lo propio. Es inaudito que dos
partidos condenados una y otra vez a entenderse tras las elecciones no
sean capaces de ir juntos a las urnas. Cayo Lara ha despachado la
Conferencia socialista con el consabido cliché: aquí no valen las
palabras sino los hechos. Cierto. Pero en materia de hechos la coalición
que él preside tampoco tiene mucho de qué presumir pues nunca ha
gobernado gran cosa. Y no parece que desee hacerlo a corto plazo.
Así, la posibilidad de crear un nuevo formato de debate político que
aglutine a las izquierdas se aleja. Y la opción de derrotar a la
derecha, también. El PSOE se pinta de rojo, verde y morado proponiendo
la reforma de la Constitución, una fiscalidad más justa (¿como la de Hollande?), el paulatino cierre de las nucleares y candidaturas cremallera.
Pero no explica cómo romper el corsé que nos han impuesto los mercados
ni cómo financiar el Estado del Bienestar. Será por eso que Rajoy y los suyos son los únicos que fingen escandalizarse ante la supuesta rojez socialista. Y José Bono, tan majo, ya va diciendo que su partido con quien debe aliarse es... ¡con el PP!
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