A Ucrania la han dejado en la estacada.
No sé si los acuerdos de Minsk resolverán a medio plazo el conflicto.
Hago votos por ello. Unos y otros se las arreglaron para desencadenar en
ese país un enfrentamiento entre malos. Putin
es un canalla corrupto que defiende sus necesidades estratégicas. Los
oligarcas que gobiernan en Kiev son unos canallas corruptos (e ineptos)
que quieren convertir la nación en un negocio sucio. Entre estos y
aquel, millones de personas (a las que un día hicimos creer que son
europeos) malviven y mueren acosadas por el frío, el hambre y la
metralla. La UE, después de encabezar la desestabilización, pretende
arreglar las graves heridas abiertas con unas cuantas tiritas. Estados
Unidos se inclina por el incierto sendero de la guerra oponiendo
testosterona yanqui a la testosterona rusa. Es curioso: Merkel desea joder vivos a los griegos por haber otorgado sus votos a un partido limpio aunque radical, y sin embargo se niega a pasarle armas al caótico ejército ucraniano. Obama es más comprensivo con los helenos, pero ansía llevar a la Europa Oriental los cañones y misiles made in USA. Cada cual mira por sus intereses o sublima sus fobias.
El nuevo desorden mundial globaliza una tendencia a las jugadas
arriesgadas, una violencia crónica, una consagración de la desigualdad.
Entendámonos, no hablo de un mundo peor ni más injusto (que el de
antes), porque la historia de la humanidad no es precisamente un cuento
de hadas. Lo que ahora emerge es una serie de nuevos paradigmas que
relacionan el poder con la fuerza (financiera o militar), que prescinden
de todo disimulo o coartada y que ahondan en la lógica del egoismo y la
crueldad. Las/os perjudicadas/as han dejado de ser víctimas para
convertirse en culpables de sus propias desgracias. Y los símbolos
identitarios, sean nacionales o religiosos (¡ay!, pobre Islam atrapado
entre Dios y la colérica frustración de los hombres), sirven como
bandera en conflictos que pueden descontrolarse en cualquier momento.
Adiós a los sueños igualitarios y democráticos.
Ojalá llegue la paz a Ucrania. Y a Siria y a Irak y a México y...
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