No bajarán arcángeles del cielo. Es ridículo suponer que una pléyade
de mujeres y hombres perfectos, eficientes, honradísimos y capaces de
trabajar gratis (o casi) van a hacerse cargo de la cosa pública para
resolver los problemas mediante soluciones milagrosas. Por eso no es
razonable exigir de los políticos (de los viejos o los nuevos)
virtudes extraordinarias. En la izquierda, esa aspiración celestial
siempre ha provocado notorios desencantos. Pasó, a la vuelta de la
Transición, con los comunistas, con los socialistas de Felipe,
con Izquierda Unida... ¿con Podemos?. Y en Aragón, la erosión que
provoca el día a día ha minado (aunque queda por ver hasta qué punto) el
crédito de Chunta Aragonesista, un partido que fue la esperanza
rojiverde de mucha gente y que, apenas tocó un poco de poder
institucional, fue objeto de furibundos ataques por parte de
significados poderes fácticos al tiempo que una parte de sus seguidores
sufrían una precoz decepción. Ahora pelean por mantener la posición y
seguir formando parte de la política real. En su mitin central (ayer por
la tarde en la Plaza de San Bruno de Zaragoza) volvieron a ofrecer sus
dos argumentos básicos: aragonesismo y honradez.
La derecha, por cierto, no necesita referentes tan angelicales. Su
reino es de este mundo. Tanto, que el Gobierno de Aragón presidido por Rudi
ha puesto la nota escandalosa a la campaña, adjudicando en tiempo de
descuento y a escasos días de las elecciones, la construcción y la
gestión (privadas, por supuesto) del nuevo Hospital de Alcañiz. Zanjar
así un asunto tan polémico y que supone una cantidad de dinero tan
elevada es improcedente. ¿Y si el futuro Gobierno es de otro signo y
desea anular este apaño? ¿Tendrá que litigar para quitarse de encima la
indeseada herencia? ¿Deberá indemnizar a los adjudicatarios (que por
cierto son las grandes empresas de siempre, con Florentino Pérez a la cabeza)?
No es ésta la única contrata de gran envergadura resuelta por el mismo Gobierno en funciones. La producción externa
de programas para Aragón TV para los próximos cuatro años se acaba de
resolver tras un proceso de selección solapado con la precampaña y la
campaña, que ha tenido a los medios en vilo. Cierto que el anterior
Ejecutivo (PSOE-PAR) hizo lo mismo. Pero entonces como ahora fue una
jugada muy discutible.
El caso es que ayer Chunta reunió a sus seguidores. Jota de aperitivo, y después una intervención al alimón de Soro y Martín,
los dos figuras. Iban tan de dúo... que ambos aparecieron vestidos
igual, como de uniforme, con camisas y americanas negras (menuda pasada
si salen a escena cuatribarrados). Sus discursos no evitaron los términos y conceptos que han puesto de moda los profes podemistas. Pero intentaban vender una emoción más sencilla y directa: el valor de lo aragonés frente a lo de fuera. Eso, se supone, también diferencia a CHA de los neocentralistas de Ciudadanos y Podemos.
Chunta coincide con IU, Podemos o Ciudadanos (y el híbrido
progresista Zaragoza en Común) en el afán de generar ilusión con su
oferta entre un electorado encallecido por los escándalos y estragado
por la crisis. PP, PSOE y PAR juegan en otro terreno. Es obvio que no
pueden promocionarse como opciones inmaculadas (aunque sus candidatos lo
intentan de vez en cuando), pero pretenden convertir la experiencia en
un valor imprescindible.
Sáenz de Santamaría llega hoy con la familia por bandera (a presumir de los nuevos premios a la natalidad... en diferido; o sea, cuando las madres se jubilen). El PSOE, cuyos candidatos se están creciendo, recibe a Sánchez. Por cierto, ya se sabe cómo ha sido la prodigiosa transformación de Javier Lambán:
ha estado asesorado y entrenado por un experto en comunicación. No
bajan los ángeles, no hay milagros... Pero siempre cabe sacarse de la
manga algún truco.
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