En el día de hoy, los votantes van a
tener más opciones que nunca. Pero sus intenciones se alinearán en dos
bloques muy definidos: unos querrán evitar locas aventuras, mantener en
la medida de lo posible el statu quo, reducir los riesgos
implícitos e impedir que las cosas puedan empeorar aún más; otros,
convencidos de que los pactos sociales y políticos han sido
traicionados, apostarán por el cambio y llegarán a las urnas con la
voluntad de dar una lección a quienes vienen manejando los resortes del
poder. Aquéllos se dejan llevar por el convencimiento de que existen
unas reglas implícitas cuya ruptura se puede pagar caro (véase el caso
de Grecia); éstos consideran que el Sistema no puede seguir vulnerando
sus propios principios y que la corrupción y el desprecio a la
ciudadanía deben acabar. Doble opción: responsabilidad y pragmatismo
(algunos dirán que, en el fondo, es puro miedo), o audacia y sentido
democrático (otros lo calificarán de simple irresponsabilidad). Esta
noche se sabrá hacia donde se inclina la balanza, después de una campaña
en la que el objetivo electoral en sí mismo (autonómicas y municipales)
se ha solapado con esa confrontación entre dos conceptos y dos visiones
del futuro. Se intuye que éste será el primer acto de un drama que
tendrá su apoteosis en las próximas y decisivas generales.
Es fácil intuir que el voto rompedor corresponderá a la población
joven y urbana, mientras que el continuista tendrá más potencia entre
los mayores y los habitantes de las zonas rurales. A ojo (demoscópico)
de buen cubero, los que conocen bien el ambiente universitario
adelantaban estos días que los estudiantes de Económicas y Derecho
votarán Ciudadanos, mientras los de Letras, Ciencias e Ingeniería se
inclinarán por Podemos. Es una descripción verosímil. PP y PSOE (incluso
el PAR) confían en mantener la posición en el territorio. C's y
P's se aferran a sus expectativas en las capitales y grandes
poblaciones. IU, CHA y UPD aún esperan conservar el apoyo de sus
electores habituales. Aunque si aumenta, como se augura, la
participación, lograr el 5% en los ayuntamientos y el 3% en las tres
circunscripciones para las autonómicas puede ponérseles muy cuesta
arriba.
Pero eso se verá esta noche. Mientras, todo son conjeturas que a
estas alturas van dejando de tener sentido porque la solución definitiva
al problema está al caer. En cualquier caso, hay algo que sí ha quedado
patente durante la campaña, y es que, pese a la pretensión de las dos
formaciones que llegan como novedad (Podemos y Ciudadanos) de
transcender en cierta medida las etiquetas ideológicas tradicionales
(derechas e izquierdas), el hipotético proceso de cambio sí que está
ciñéndose a tales patrones. Nadie duda de que el PP, si los resultados
cuadran, va a depender de Ciudadanos para poder obtener mayorías de
gobierno en las principales instituciones (Cortes de Aragón y
ayuntamientos de Zaragoza, Huesca, Teruel y otras poblaciones). Habrá
que ver, no obstante, por dónde tiran los candidatos de C's en Aragón,
pero se da por sentado que mayormente son gente de orden. Al
otro lado, Podemos y PSOE están obligados a entenderse y a extender tal
entendimiento a CHA e IU, si se da la ocasión. Desdeñar u obstaculizar
un acuerdo entre fuerzas progresistas sería muy mal acogido por los
respectivos votantes, sean éstos continuistas o rupturistas.
Como nadie tiene claro qué veredicto saldrá de las urnas, la campaña
ha estado recorrida por la incertidumbre, el temor, la esperanza y un
desasosiego que la/os candidata/os han sobrellevado como han podido (en
general, con bastante flema). Ayer, jornada de reflexión, la mayoría de
quienes se han pasado estas dos últimas semanas de mitin en mitin
(además de los innumerables actos dirigidos a su parroquia más leal y a
los agobiados periodistas) dedicaron el día a descansar. La plana mayor
de Podemos, encabezada por un incombustible Echenique,
se empeñó sin embargo en reunirse para repasar el programa que piensan
seguir hoy. Mientras, se daban los últimos toques al dispositivo
electoral: colegios, papeletas, urnas y demás.
Y una última mirada a Madrid, quizás el epicentro de este vendaval democrático: allí, Carmena, la candidata de Ahora Madrid,
hizo público un ejemplar comunicado dando las gracias a sus
adversarios, a varios de los cuales citaba expresamente como
tendiéndoles la mano anticipadamente; Aguirre, por su
parte, aún estaba dando explicaciones (algunas perfectamente
incomprensibles) sobre sus sueldos y cobros. Donde las dan, ¡oh tremenda
lideresa!... las toman.
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