Cuando Pedro Sanchez,
secretario general del PSOE, entró en la Sala Multiusos de Zaragoza
(donde tampoco estaba habilitado todo el espacio) seguro que sintió
nostalgia de Valencia y de la plaza de toros que había llenado a
reventar el sábado. Porque el PSOE aragonés, moviendo a su gente de
norte a sur de la Comunidad, había reunido no más de mil quinientas o
mil seiscientas personas. Entregadas, eso sí. Felices de ver a su joven
líder. Prestas al aplauso... En esta campaña, bien se está viendo, la
participación del vecindario es mínima. De hecho, la vicepresidenta del
Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaría, fue y
vino por las aceras de la capital aragonesa buscando niños con los que
retratarse repartiéndoles piruletas. Al final se hizo la foto con los de
los amigos y simpatizantes de su partido. No es fácil la vida del
político profesional.
Pedro Sánchez, en persona, aún es más guapo que en las fotos y
vídeos: alto, con una magnífica percha, siempre sonriente, cuidado y uno
de los españoles mejor encamisados que pueda haber sobre la piel de toro (éste no es, estéticamente hablando, de los de Guerra). Damas y caballeros se volvían locos por abrazarle, besarle o hacerse fotos y selfies
con él. Veinte minutos después de acabar el mitin que protagonizó,
todavía pugnaba por salir de la Multiusos en medio de un remolino de
fervorosas/os socialistas/os. Una militante le pegó un morreo
sensacional. Un abuelo casi se lleva por delante al servicio de orden en
su afán por decirle no sé qué. Vista aquella fiebre con ojos clínicos,
podría llegarse a la conclusión de que el gran jefe del PSOE es tan
atractivo que se le ve más como un actor (Toni Cantó a
su lado es un ninot arrugado) o un presentador de la tele que como el
futuro presidente del Gobierno. Su discurso, jalonado una y otra vez por
el imperativo "¡mirad!", adquiría un aire artificial al salir de su
boca. "Somos la izquierda", proclamó. Y uno no podía suponer que la tal
izquierda fuese proletaria, popular o divina: más bien cinematográfica,
televisiva o fotogénica. Pura hermosura.
Eso no quiere decir que el secretario general se limitase a lucir
palmito. No. También hizo un discurso adecuado. Fue el colofón a las
intervenciones previas de Carlos Pérez Anadón, candidato socialista a la Alcaldía de Zaragoza, y de Javier Lambán,
candidato a la presidencia de Aragón. Ambos estuvieron también
correctos: el primero un poco atropellado pero enérgico; el segundo, más
monocorde y clásico. Reivindicaron el papel de su partido en la
reciente historia y en la configuración del Estado del Bienestar.
Asumieron ocasionalmente algún error "inevitable". Incidieron en que
para echar al PP y mandarle a que se regenere chupando oposición no hay más alternativa que el PSOE. Sucesivamente, criticaron a los naranjas y los morados
(Pérez Anadón), aunque después se ofrecieron como actores expertos de
los consensos que están por venir (Lambán). Consensos con esos mismos naranjas, morados o quien se ponga a tiro. "Con quien no vamos a pactar nunca es con el PP", remachó Sánchez por si alguien aún tenía dudas.
El PSOE aragonés se siente cada vez mejor. Ha estado muy malito y
ahora sus dirigentes y cuadros empiezan a coger moral, a crecerse. Desde
que vieron a Lambán ganándole el cara a cara televisivo a Luisa Fernanda Rudi,
su ánimo ha ido a más. El socialismo oficial sigue convaleciente y
nadie apostaría a que el próximo domingo en vez de coger el alta no
sufra una recaída; pero ahora ha ganado en convicción y voluntad. Que no
es poco a estas alturas de la campaña.
Una campaña, por cierto, donde no abunda la participación ciudadana.
El personal pasa olímpicamente. Ayer mismo, Soraya Sáenz de Santamaría
(ahí es nada) estuvo conmemorando el Día Mundial de la Familia en el
Parque Grande y no provocó el más mínimo delirio (sólo se le cruzaron
los de Stop Desahucios, rodeados de policías y con una pancarta que rezaba: ¿Cuándo se
celebra el día de las familias desahuciadas?). Muy cerca, Zaragoza en
Común montó una mesa para hablar con la gente. La respuesta fue
discretita. El PAR organizó un show folklórico con las fiestas del Rabal
y el homenaje al Tío Jorge con escopeteros y bicicletas. Se lo guisaron
y se lo comieron casi solos. Por cierto, es cada vez más llamativo que
los partidos críticos con el fenómeno bici y el tranvía estén en campaña
pedaleando (el PP lució en el Parque Grande unos triciclos muy chulos,
en los que quiso Suárez llevar a Sáenz de Santamaría pero parece que no
le dejaron) o proponiendo extender los denostados raíles a la periferia
zaragozana (una de las ideas-fuerza de Xavier de Pedro, aspirante por el
PAR a la Alcaldía cesaraugustana).
De momento, el socialista Sánchez encabeza el ránking que mide la
capacidad de convocatoria (en el bien entendido de que Aznar, en el
mismo emplazamiento, sólo reunió mil doscientos o mil trescientos
asistentes, aunque el PP dijo que había dos mil y, por no reñir, algunos
reprodujimos el dato) Veamos cómo les va a Garzón (IU) en el Príncipe
Felipe, a Albert Rivera en el Palacio de Congresos de la Expo y a Rajoy
en el Jardín de Invierno. Los conservadores presumen de que van a meter
allí ocho mil personas. Un perfecto imposible porque no cabe ni la
cuarta parte.
Para echarle emoción (o así) al asunto, el conservador Suárez uso
twitter para retar a Pedro :Santisteve, primer candidato de Zaragoza en
Común, a un cara a cara. Al parecer, éste aceptó. No se sabe cómo se
podrá organizar la cosa. Pero da que hablar. De eso se trata, ¿no?
JLT 18/05/2015
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