Cuando el candidato socialista a la Alcaldía de Zaragoza, Carlos Pérez Anadón,
dijo que estaba abierto a un pacto postelectoral con Ciudadanos, este
último partido se perfiló definitivamente como la niña bonita de la
próxima cita en las urnas, la novia perfecta. Ahora está simultáneamente
en el pensamiento del PSOE y por supuesto del PP, que habrán de
necesitar su apoyo para cuadrar mayorías, si los números lo hacen
posible. Es lo que tiene ser un partido nuevo pero respetable, alternativo pero suficientemente sistémico, de centroderecha pero moderno, capaz de robarle votos a Rajoy pero al mismo tiempo bendecido por la gente (y las entidades) de orden.
Muy bien tratado por los medios, C's no sólo ha quedado libre de
cualquier enfoque hostil sino que se ha beneficiado simultáneamente del
frenazo de Podemos, atacado (con motivo o sin él) por los cuatro
costados, y por supuesto del desguace perfectamente planificado de UPD.
Con Rosa Díez sometida a un pim-pam-pum sin tregua y Monedero barrido por un tsunami informativo que ha sido incapaz de digerir, Rivera
exhibe sus encantos bajo los focos. Su programa es tan confuso y
contradictorio como cualquier otro... Pero eso no le pasa factura. Qué
suerte, ¿no?
En Zaragoza, C's ha levantado por sorpresa, y encabezada por Susana Gaspar,
una candidatura inspirada y avalada sin mayores disimulos por algunos
de los poderes fácticos más significativos. Poderes (¡ay, madre!)
capaces de anticiparse al muy probable tropezón del PP y de ofrecerle
por lo tanto una estupenda pareja de baile. Eso... por si en la acera de
enfrente el PSOE tuviera la tentación de cogerse del brazo de Zaragoza
en Común y eventualmente de CHA, lo cual no gusta a los amos de mi tierra. Por tal razón Pérez Anadón, deseoso (como le pasaba a Belloch en su día) de mostrar su aversión a las malas compañías, se ha lanzado raudo y veloz a tirarle los tejos (políticos, ojo) a la citada Susana.
Empujado por la fatalidad, C's acabará ocupando el lugar del PAR aunque no lo pretenda (ya acoge a varios excompañeros de Biel y cía). Por eso está tan solicitado. La bisagra, oye.
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