Me producen cierto desasosiego y bastante
asco esos comentarios en las webs informativas de quienes rechazan la
extensión de la atención sanitaria a todos los inmigrantes. Sus
obsesivos razonamientos ("no nos lo podemos permitir", "cada vez vienen
más a vivir a nuestra costa") no solo parten de premisas falsas, sino
que exteriorizan una visión excluyente, egoísta y contraria a lo más
constructivo y lógico del humanismo. Pero además hay otro factor
importante que no me canso de recordar: esos inmigrantes son refugiados
que huyen de guerras que nuestros propios gobiernos atizaron de forma
insensata no hace mucho. La invasión de Irak, la desestabilización de
Siria y Libia, la torpe intervención en Afganistán o las operaciones encubiertas
que han provocado sucesivas guerras en el África central son los
desencadenantes de esta huida masiva hacia la seguridad y la riqueza de
Europa (o de Estados Unidos, si quienes intentan cruzar la frontera son
latinoamericanos que abandonan el descompuesto México, la convulsa
Centroamérica o la violenta Colombia). Nuestros líderes electos, tienen
mucha parte de culpa. Y cuando ahora tales líderes fingen que la cosa no
va con ellos o incluso intentan sacar réditos políticos del rechazo
social a esos millones de pobres que lo han perdido todo, su culpa se
hace más y más grande. Tremenda.
Yo sé que Sadam, Gadafi o el sirio El Assad
eran unos crueles dictadores (el último de los citados lo sigue
siendo). Pero bajo sus truculentos mandatos, la gente de aquellos países
no huía en masa. La llegada de tres millones de sirios a las fronteras
sudorientales de Europa es un fenómeno nuevo, directamente relacionado
con una guerra civil que se atizó desde aquí, como la de Libia. Las
cancillerías occidentales, los ejércitos y los servicios de
inteligencia, con los norteamericanos a la cabeza, se las han arreglado
para fabricarle al yihadismo un perfecto hábitat en Oriente Medio. Hoy
no saben cómo salir del atolladero.
Así que ahora se pretende enfrentar a los desgraciados que llegan con
una reacción racista y xenófoba. Y no faltan miserables dispuestos a
ello.
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