Hace solo unos días, la psiquiatra Carmen Ferrer
mostraba (en un artículo publicado aquí mismo) su alarma ante la
presencia de enfermos mentales en residencias para la tercera edad. Tal
situación se había revelado poco tiempo atrás, cuando una mujer (a la
que no se podía considerar anciana por su edad), internada en la
residencia Santa Fe, provocó un incendio y el suceso acabó con ocho
muertos y una docena de heridos o lesionados. Luego se supo que aquel
establecimiento carecía de los permisos más básicos, lo cual provocó la
correspondiente polvareda política. Pero pocos se preguntaron qué hacía
allí aquella persona, con antecedentes psicóticos, cuya demente acción
desencadenó la tragedia. Ahora está en la cárcel, que tampoco parece el
lugar más adecuado para ella.
Así son las cosas. Las prisiones albergan a numerosos enfermos
mentales, discapacitados intelectuales y desgraciados en general. En
paralelo, y para casos más convencionales, se ha ido dando por bueno el
uso de residencias para la tercera edad como un lugar donde alojar a
precios baratos a quienes precisarían otro lugar más adecuado para
tratar sus problemas específicos. De hecho, ya hubo durante el mandato
del Gobierno Rudi sugerencias encaminadas a usar dichas residencias como una alternativa low cost para los discapacitados.
Ahora nos espantamos ante una crónica de sucesos que suma crímenes
machistas, filicidios, asesinatos rituales y desapariciones rodeadas de
oscuras incógnitas. Es, dicen, la consecuencia de la crisis, la
incertidumbre, el calor continuo... o la simple y pura maldad. Pero yo
(aunque no soy un roussoniano convencido de la bondad natural del ser
humano) creo que tenemos ante nosotros la consecuencia de una deficiente
atención a las enfermedades mentales. No se trata de controlar al cien
por cien a quienes se van de cabeza o se dejan arrastrar por sus peores
pensamientos y sus instintos, sino de contar con una red asistencial más
tupida y eficiente que coloque a la Psiquiatría a un nivel similar al
de otras especialidades dentro de la sanidad pública. Es necesario.
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