Hay democracias buenas, pasables, malas... y peores. Porque, como se
ha dicho tantas veces, un Estado de derecho necesita urnas, pero no
sólo. Hacen falta partidos, pero también movimientos sociales... y mucha
libertad. El ejercicio de dicha libertad permite articular derechos,
igualdad y justicia, para garantizar la prosperidad repartida y la
estabilidad social (en este momento, siempre me vienen a la cabeza
Noruega o Nueva Zelanda o incluso Suecia y Canadá).
Así que la vehemencia de quienes denuncian la baja calidad de la
democracia en Venezuela resulta plausible, aunque reiterativa. El
chavismo, por supuesto, ha degenerado en su propia y brutal caricatura. Y
ya resultaba bastante caricaturesco cuando lo inventó Chávez.
Otra cosa es que entonces la partitocracia barrida por el de la boina
roja había alcanzado tal nivel de corrupción y de desprecio por el
pueblo, que cualquier cosa venía a resultar aceptable. Pero ahora, en
este mismo instante, la famosa y discutida Venezuela no es
(políticamente hablando) lo peor de América Latina. Habría que volver la
mirada a Colombia, y sobre todo a México. Es aquí donde la estrecha
alianza de las autoridades (electas) con la oligarquía económica y el
crimen organizado ha barrido el estado de Derecho. Se vota, sí; pero los
activistas, los jóvenes, los que protestan, los incómodos... son
sistemáticamente asesinados. Mis colegas de la prensa, la radio y la
tele caen uno tras otro. Sus cuerpos aparecen abandonados tras haber
sido sometidos a horribles torturas antes del tiro de gracia. Tal vez
denunciaron alguna corruptela de un alcalde o un gobernador, o hablaron
de su amistad con este o aquel narco. Quizás sólo se hicieron
eco de las quejas vecinales por el mal estado de una acera o del
alumbrado público. Mueren. Sin embargo esto no causa ningún escándalo
internacional. El presidente mexicano va y viene, es recibido en
palacios y cancillerías. Nadie se siente obligado, al parecer, a
recordarle que en su nación los derechos humanos son pisoteados cada
día. Y quienes desprecian (con razón) a Maduro tienen a Peña Nieto por un tipo decente. Increíble.
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