Es pronto aún, vale. Pero convendría detectar entre los partidos y
los futuros candidatos (o quienes aspiran a serlo) un poquito más de
iniciativa, de voluntad de cambio. La famosa afirmación del aspirante
regionalista, Arturo Aliaga, ("¡Que nadie venga al PAR a
encontrar trabajo para él o su familia!") ha sido, por ahora, la mejor
ocurrencia de la incipiente precampaña. Pero las risas se han ido
enfriando al constatar que el sucesor de Biel se propone defender el legado
de su partido tras decenios de tocar poder (solo, o más bien en
compañía de otros). Es un enfoque continuista, ¿no?. El PAR ha inspirado
o movido directamente muchas de las ideas fuerza y de los
proyectos que configuran nuestra realidad actual. Precisamente ideas y
proyectos que a estas alturas sería preciso poner en cuestión, matizar,
reorientar u olvidar.
Aragón no tiene buenas perspectivas.
Perderá población, perderá riqueza, tiene una industria que sigue
dependiendo en exceso de GM-Opel, no logra configurar una economía rural
de corte europeo (y en muchos lugares ni siquiera queda ya masa crítica
para ello) y sus propuestas estratégicas están metidas desde hace
tiempo en evidentes callejones sin salida. Por otro lado, tampoco
existen propuestas para situarnos en el complejo juego de la política
territorial española. Las evocaciones históricas (contaminadas a menudo
por los anacronismos y las inexactitudes), la catalanofobia, el folclore
y el amor a la patria chica son argumentos tan socorridos como
inútiles. Ni siquiera Chunta (sin duda el partido más sensible ante esta
cuestión) tiene un discurso bien definido. Es una formación
nacionalista... pero no independentista. ¿Entonces?
Lambán,
secretario general y principal candidato de los socialistas aragoneses,
intenta dar algún paso e ir más allá de su planteamiento (bastante
verosímil) de que hacerlo peor que el Gobierno presidido por Luisa Fernanda Rudi
es imposible. Tiene mucho tajo por delante. El PSOE (y su líder no es
una excepción) se ha caracterizado en los últimos lustros por su apego a
los lugares comunes, matizado, eso sí, por una mayor vocación social.
Si en las próximas elecciones solo hubiera de resolverse la habitual
confrontación en los límites del bipartidismo, bastaría proyectar esa
actitud más humana sobre un electorado que contempla atónito cómo
las listas de espera de la sanidad pública acumulan más de 26.000
intervenciones (ahora dos de cada cien aragoneses aguardan a pasar por
el quirófano). Pero estas elecciones ya no van a ser solo cosa de dos...
y el PAR de bisagra.
Se abre el juego. Pronto entrarán en escena
nuevos actores. De aquí a mayo deberían emerger propuestas para cambiar
Aragón, de arriba abajo... Eso... o lo dejamos ir.
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