La ciudadanía solo aspira a vivir en una democracia de calidad, a
construir un futuro con garantías, a ejercer sus derechos y pechar con
sus deberes. No desea destruir el Sistema; pretende más bien
reconstruirlo o sustituirlo por otro que funcione. Las clases medias (e
incluyo aquí a los trabajadores por cuenta ajena) se revuelven contra el
empobrecimiento, el paro, la desigualdad, la corrupción, la hegemonía
de los grandes partidos y el poder omnímodo de los grandes bancos y
compañías. Rechazan la actual ineficacia de lo público y de lo privado y
la sinvergonzonería rampante. Por eso la voluntad de los votantes gira
hacia Podemos, porque otras opciones ya no garantizan nada a casi nadie.
La emergencia de Pablo Iglesias
y los suyos es un fenómeno comprensible. Mucho menos inquietante que
otras vías de escape usadas en países vecinos. La Italia de Tangentópolis acabó en manos de Berlusconi y los parafascistas de la Liga Norte. La Francia de la depresión está a punto de caer en el pétro regazo de Marie Le Pen.
En España, Podemos es una respuesta política coherente con la vocación
centro-izquierdista de nuestra sociedad. No será la panacea, pero sí una
alternativa verosímil. Mucha peor pinta tienen las cosas en Cataluña,
donde la simplificación nacionalista es capaz de convertir en compañeros
de viaje a CiU y a las CUP, en una exaltación patriótica interclasista
que hubiera hecho las delicias de José Antonio Primo de Rivera.
Lo que le ocurre a España se refleja muy bien en los datos hechos públicos por Intermón-Oxfam: los 20 más ricos poseen tanto como los 14
millones más pobres; el 1% de los más pudientes iguala al 70% de la
población considerada a partir de las rentas más bajas. La desproporción
es terrible, absurda, obscena e insostenible. Esa y no otra es la causa
de que el actual Sistema (que, por cierto, no representa el Espíritu del 78
sino su degeneración) sea rechazado por un sector creciente de la
ciudadanía. El personal no quiere revoluciones (que además no serían
posibles) ni cosas raras. Solo decencia, eficacia y respeto. Así de
simple... Y de complicado.
JLT 01/11/2014
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