Muchos treintañeros que van a las asambleas o círculos de Podemos (y
de Ganemos) tienen un maravilloso desconocimiento de casi todo lo
referido a la actividad institucional, a la política en general y a la
reciente historia de España. Esa virginidad intelectual dará paso, sin
duda, a una rápida asimilación de las cosas que interesan, porque los
movimientos organizados de carácter alternativo deben ser, por encima de todo, escuelas de pensamiento y de acción. Sin dogmas, espero. Sin equívocos.
¿Qué equívocos? Por ejemplo, que la actual crisis social y política
empezó en el 78, que la Transición fue una mascarada, que la
Constitución dejó todo como estaba en el franquismo. Esto no es así. Las
transformaciones habidas en un solo lustro, entre el 77 y el 82, fueron
tan tremendas que describirlas como un mero lavado de cara no es
de recibo. Sí, por supuesto, hubo que negociar y ceder y diseñar
fórmulas de compromiso. Pero este país, tras pasar cuarenta años
sometido al rigor de un régimen criminal, se convirtió en un ámbito de
libertad bastante razonable. No cabía imaginar otro horizonte. No con
unas fuerzas armadas dispuestas todavía a imponer algún tipo de
involución por la fuerza de las armas. Y en contra de lo que sugirió Pablo Iglesias, ETA cometió un error monumental (y criminal)... como se ha visto luego.
La Transición no fue la causa de lo que ha pasado luego. En palabras del historiador Santos Juliá,
"... De ahí no salió un régimen sino un diseño institucional que
quedaba pendiente de realizar. Ha sido la política derivada del sistema
la que luego nos ha traído hasta aquí". Justo. Aquella Constitución del
78 debía ser una estación de tránsito, el final de una etapa larga y
durísima. Pero se convirtió en una estación término, y el proceso
democrático se frenó, embarrancó y acabó produciendo fenómenos (la
corrupción, por ejemplo) que no estaban en los programas iniciales.
Sin embargo, los logros de entonces permiten hoy poner en pie una
alternativa y traducirla en resultados electorales. Veamos ahora si se
puede volver a poner el tren en marcha.
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