A Rajoy se le ve desmejorado. No sé... Tal vez empieza a darse
cuenta de lo oscuro que se está poniendo su futuro político. O es que
ha decidido poner carita de pena para convencernos de que él también
sufre. En cuanto a la regeneración, difícil será que la lleven a cabo
quienes aún están más pendientes de maquillar a sus respectivos
imputados que de proponer y adoptar medidas drásticas (sobre todo en el
tema de la transparencia administrativa) para ponerle cerco a la
corrupción. Ayer, mientras el gran jefe pasaba la mañana en el Congreso
vendiendo motos, tragando sapos y palideciendo ante las tarascadas de la
oposición, Ana Mato se recogía en su escaño cual virgen martirizada y, en Extremadura, Monago,
para aclarar lo de sus viajes a Tenerife, ordenaba publicar los
desplazamientos de sus consejeros y poner a la venta la residencia
oficial del presidente de la comunidad. ¿Qué tiene que ver eso con lo de
los vuelos a Canarias?, se preguntarán ustedes. Nada, pero es la moda
actual: confundir al público con aspavientos y maniobras, como los magos
cuando disimulan sus trucos.
Lo más genial de las últimas horas
ha sido el uso que en el PP y aledaños le han dado a la expresión "a
título lucrativo", utilizada por el juez Ruz en su famoso auto
sobre Gürtel. Define una situación en la que un inocente, aunque no haya
participado en una fechoría, se ha beneficiado de ella. Eso le pasó a
Mato con su marido. Y por culpa de aquel mal hombre ha terminado sin
ministerio (aunque siga de diputada) y tendrá que devolver lo que le
cayó... a título lucrativo.
Por supuesto Mato es una víctima. El PP también lo fue del maldito Bárcenas, de Correa, del Bigotes. y de tantos otros (¡ay!). Como Pedro Sánchez y el PSOE, que no se libran de Chaves y Griñán ni con agua hirviendo. O CiU y el nacionalismo catalán al completo, acosados por la buena fortuna de los Pujol y la mala baba del Ministerio de Interior. También el bueno de Ureña, arzobispo emérito de Zaragoza, es una víctima de los tejemanejes habidos en la parroquia de Épila.
Consolemos, pues, a esta pobre gente. Y a la Pantoja y a la infanta y a...
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