Pues sí, sí que pasa. Esas exclamaciones de la gente bien (o de la
gente mal), afirmando que en España ocurren cosas impensables en otros
países de nuestro entorno, no suelen tener fundamento. Salvo, quizás, en
lo que se refiere a la corrupción, porque en el resto de Europa e
incluso en Estados Unidos hay, ante todo, una opinión pública más
exigente. Es la clave. En los papeles de Panamá han aparecido
empresarios y políticos de España, de Reino Unido o de Islandia. Puertas
giratorias existen en todo el planeta. Exmandatarios metidos en asuntos
feos, también. No crean que Felipe González o José María Aznar
son los primeros que promueven negocios ante dictadores o genocidas (de
traca lo del ¿socialista? en Sudán). Eso sí, por ahí fuera el personal
se toma estas cosas más a pecho que aquí. En un ámbito civilizado y
democrático, Mariano Rajoy o Susana Díaz no se hubiesen
sostenido en sus cargos tras saberse hasta qué punto han estado rodeados
de prevaricaciones, manejo de dinero B o malversaciones de caudales
públicos.
España no es el país más descentralizado del mundo ni
el único donde se producen tensiones entre territorios. En Alemania,
Baviera y Carintia son estados libres asociados y la pugna entre norte y
sur es algo habitual. En EEUU, cada estado se maneja con un código
penal distinto (pero muy distinto). Y ya saben lo que sucedió en Gran
Bretaña con Escocia.
Donde reina la libertad de expresión, vejar
la bandera nacional no es delito. El Supremo USA lo certificó así,
exonerando a quienes prenden fuego a las barras y las estrellas. La
misma apertura implica que las filtraciones relativas a la situación
fiscal de uno u otro ciudadano (como aquella que enfrentó a Montoro
con Aznar) no tendrían sentido en Noruega, donde las declaraciones de
todos, ricos y pobres, están visibles en la web de Hacienda.
No somos, ni de lejos, el único estado europeo donde puede no gobernar el partido más votado. Y desde que la reina Isabel II y el Príncipe de Gales, estrecharon la mano de Gerry Adams, ver a un exterrorista en las instituciones no resulta excepcional.
En todas partes cuecen habas.
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