Impulsada por los automatismos inherentes al poder aragonés (al Gobierno de Aragón, quiero decir), la presidenta Rudi le ha pedido audiencia al Nuncio para contarle lo de los bienes (eclesiásticos) y pedirle que meta en cintura al bispe de Lérida. Esta misma semana ya estuvo en Madrid para reclamar muy seriecita la Travesía Central del Pirineo (TCP). Sigue pues la tradición y repite cada gesto de Marcelino Iglesias, como si en vez de ser quien es fuese más bien la encarnación triunfal de Eva Almunia. Debo confesarles que este mimetismo era de esperar pero resulta un tanto chocante, un poco disparatado, una miaja risible. Dicen que la jefa Luisa Fernanda se atiene al protocolo y mantiene un vuelo de perfil bajo mientras llega el 20-N. Pues vaya pachorra.
El consejero de Hacienda, Mario Garcés, dijo que prepararía el presupuesto para el 2012 en cuanto tuviera la auditoría encargada a Intervención. Dicha auditoría ya está lista y anteayer le pasaron el borrador de la misma, que estudiará durante el Pilar a la búsqueda (se supone) de agujeros. Oye... ¿y si éstos aparecen en departamentos que fueron del PAR?. De todas formas la elaboración del presupuesto va para largo. Ahora, sostiene Garcés, la culpa es del Gobierno central, al cual le ha reclamado además 402,6 millones de euros en concepto de mermas tributarias. Bueno, seguro que se los dan dentro de un par de meses, en cuanto llegue a La Moncloa su conmilitón Rajoy, ¿o no?
El consejero de Hacienda está incumpliendo de manera flagrante el Estatuto, que ordena presentar el proyecto presupuestario para el ejercicio siguiente antes de cada 30 de septiembre. Pero ese pecado ya lo cometió Larraz, así que pelillos a la mar. Éstos como aquéllos y aquéllos como éstos, la vida sigue igual.
Aragón lleva tiempo sin gobierno, movido por la inercia administrativa. La cosa empezó cuando Iglesias fue perdiendo la pasión y ha continuado tras el 22-M como si ese día fuese tan sólo un hito en la intensificación del ajuste. El PP está en las nubes. Cuando el otro día le echaron en cara al consejero de Economía, Francisco Bono, el incremento del paro en nuestra Comunidad se quedó tan estupefacto que llegó incluso a mosquearse. Se salió por peteneras diciendo que la DGA carece de instrumentos para crear puestos de trabajo. Esto no es cierto, claro. Aragón tiene transferidas las políticas activas de empleo, dispone de su propio Instituto Aragonés de Empleo (Iaem) y tiene por ahí no se cuantas empresas públicas que chupan pasta por un tubo en nombre del sacrosanto empleo. Bono ha de saberlo muy bien pues ha sido durante lustros el baranda de una de ellas, Aramón.
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