viernes, 21 de octubre de 2011

Otra victoria con sabor amargo 20111021

Sí, a mí la declaración de ETA también me ha dejado una mezcla de satisfacción, indiferencia y asco. Satisfacción porque rubrica la victoria de los demócratas y el final de una trayectoria, tan criminal como absurda, que después de treinta y cuatro años sólo deja tras de sí sufrimiento, sangre y miseria política. Indiferencia porque la banda pretende poner fin a una confrontación armada inexistente en los últimos tiempos, cuando ETA estaba ya derrotada, era incapaz de recuperar la iniciativa y su modus operandi había quedado devaluado ante el impacto de una forma superior de violencia terrorista, la del yihadismo islamista.

Asco por todo el ritual y toda la retórica de mierda que ha rodeado este desenlace: el reciclaje de la llamada izquierda abertzale (¿izquierda?), las piruetas para poner en valor el dolor causado, la pista de aterrizaje montada el otro día con la colaboración de los mediadores internacionales, el propio comunicado de ayer (pretencioso, estúpido e incluso risible, si no fuese por los muertos que quedan atrás).

Desde hace tiempo, el terrorismo había dejado de ser una de las principales preocupaciones de los españoles, abducidos por la crisis y sus efectos. Por eso el acertado enfoque de la lucha contra ETA desarrollada por el Gobierno Zapatero y en particular por el ex-ministro Rubalcaba (y el lehendakari López) no habrá de reportarle al PSOE mayores réditos. La gestión del nuevo ciclo en Euskadi y en toda España quedará en manos del PP, cuya estrategia de la tensión ha venido siendo hasta el momento un perfecto complemento a la hoja de ruta de Otegui y los suyos. Ahora, con la derecha españolista relativizando la victoria de los demócratas y dando juego mediática a Sortu-Bildu-Amaiur, la chance electoral del postbatasunismo cotizará al alza. Eso sí, cabe esperar que tanto el PP en el Gobierno de España como los radicales reubicados en el ámbito institucional moderen sus impulsos y actúen con un mínimo de realismo y generosidad.

Me embarga una sensación parecida a la que tuve en el 78, cuando la Transición llegó a su cénit. Sé que, como entonces, los demócratas hemos ganado... pero nos ha salido caro, muy caro.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/viernes 21.10.2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario