Al cumplir cien días en el Gobierno, la presidenta Rudi acentuó su empeño en versionear a su predecesor, Iglesias, y anunció que repetirá paso a paso todo lo que éste ya hizo. Aferrada al tema de la TCP (objetivo imposible y mal enfocado que lleva años comiéndonos el coco) quiere convocar a empresas interesadas, reunirse con los magrebíes, promover estudios... lo mismico que el otro. Empeñada en resolver de una vez el contencioso de los bienes sacros, también quiere calcar las gestiones ya realizadas en el inmediato pasado: Marcelino se entrevistó con Montilla, Luisa Fernanda se verá con Mas.
Éste es un remake en el que la única diferencia consiste en los presupuestos de producción. La primera versión se rodó en tiempos de abundancia y hasta tuvo su aquél. Ahora la cosa va de serie B. Si Rudi ha encontrado en algún despacho una copia de los guiones elaborados por el Marcelinato y pretende hacerlos suyos para evitarse la fatigosa tarea de crear un discurso propio, deberá además encontrar dinero en alguna parte. Porque ahora el problema radica en organizar las prioridades del gasto, mantener e incrementar los ingresos y proyectar sobre Aragón una visión de futuro que se tenga de pie.
Nadie negará que aquí se han hecho cosas y se han producido avances. Pero el Sistema ha tendido con excesiva frecuencia a recrearse en planes quiméricos, en metas inalcanzables. El síndrome Gran Scala ha sido una constante de los últimos decenios. Las instituciones y buena parte de los poderes fácticos, han perseguido unicornios en el país de la fantasía: industrias mágicas capaces de relanzar comarcas deprimidas, rubiatrones, eventos, olimpiadas, neociudades del juego, aeropuertos inútiles, regadíos sin agua... Por ahí se ha ido mucho dinero y sobre todo mucho esfuerzo. Se ha perdido el tiempo y se ha saturado el imaginario colectivo de ideas absurdas que, al no realizarse nunca, han derivado en profundas frustraciones.
Seguramente es mucho pedirle al actual Gobierno PP-PAR un replanteamiento a fondo de la situación. A la postre, este Ejecutivo no sólo da continuidad al del PSOE-PAR sino a los anteriores, que eran de su misma cuerda. El hilo conductor que enhebra los mitos y leyendas de esta Comunidad viene de atrás y atraviesa la gestión (o la no gestión) de administraciones manejadas por los tres partidos ya citados.
Luisa Fernanda Rudi cree que está cumpliendo un programa, pero todavía no ha tomado una sola decisión positiva. Los grandes servicios públicos se están atascando, las decisiones cotidianas se toman con una lentitud exasperante, las inversiones se congelan o se esfuman (salvo aquellas que forman parte de los acuerdos entre el PP y el PAR), la crisis lo sumerge todo.
Y mientras, la presidenta se mira en los espejos del Pignatelli.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/domingo 23.10.2011
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