Primero dijo Rajoy que el trasvase del Ebro no figura en el programa del PP para estas elecciones (aunque nadie puede asegurar que luego no aparezca en un nuevo Plan Hidrológico Nacional al gusto conservador, pues ya se sabe que una cosa es lo que se dice en campaña y otra lo que se ejecuta en los gobiernos). Retrucó González Pons que su partido por supuesto que sí es trasvasista; más luego matizó que todo queda supeditado a un supuesto consenso nacional sobre el agua (¿pantanos en Aragón y transferencia al Mediterráneo?). Desde el PP aragonés proclaman que el tema está superado y además al Ebro ya no le queda caudal para casi nada. En Valencia y Murcia, sin embargo, los dirigentes de la poderosa derecha levantina hablan del trasvase cada día y lo dan por hecho en cuanto los suyos estén en el machito... Vaya verbena que tenemos montada con el asunto. ¡Ven Cristina Narbona, y guárdanos (otra vez) de las fieras!
Antes de volvernos locos con el retorno de la brujería o acabar pasando de todo, déjenme decirles que el PP llega al 20-N con un discurso contradictorio como nunca se había visto (y hemos visto de todo). Con la victoria en el bolsillo, la derecha española está que se sale y sus distintos grupos, facciones o familias dicen lo que les place: los unos blanco, los otros negro e incluso los hay que por la mañana dicen una cosa y por la tarde otra (luego, a la noche, la caverna mediática pone la postdata a lo bestia). Es difícil saber qué nos deparará el destino. Rajoy se ha moderado tantísimo que no parece el mismo, pero otros conmilitones y conmilitonas suyos siguen tirando con postas.
Por eso es difícil establecer un cálculo sobre el papel del trasvase en la futura acción política del Gobierno Rajoy. Resucitará, supongo, como factor de agitación en Levante pero no cuajará en nada definitivo por falta de dinero. Eso sí, mientras tanto, tenemos servida otra vez ración doble de trasvase y triple de travesías pirenaicas. Llevo casi cuarenta años en el oficio y nunca he dejado de darles vueltas a ambos asuntos. Vueltas y vueltas sin ir a ninguna parte. Millones de palabras, manifas, votaciones... y estamos justo donde estábamos. Aburre. Se lo juro.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/viernes 28.10.2011
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