Ayer salieron en manifestación los de la CNT, que siempre van a su
bola. Para hoy han convocado CCOO y UGT. El sábado les toca a las mareas,
las asociaciones de vecinos, los sindicatos minoritarios (CGT, OSTA y
no sé si alguno más) y el 15-M. En unos u otros actos aparecerán los
partidos y fuerzas políticas progresistas (a las que se ha sumado el
PSOE, cuyos barandas han pasado del coche oficial a la pancarta en un
plisplás). En suma, una verbena abigarrada, variopinta, dividida... las
izquierdas, ya se sabe.
La movilización popular contra los
recortes se viene produciendo en varios planos. De una parte están las
acciones defensivas que lanzan los sectores conforme cada uno de ellos
se ve afectado por la brutal ofensiva contra el Estado del bienestar.
Profesores, estudiantes, padres de alumnos, sanitarios, desempleados,
víctimas de EREs, desahuciados, mineros del carbón, discapacitados,
universitarios... cada colectivo monta su propia plataforma y su propio
calendario. Ahí, en los ámbitos perjudicados, pueden coincidir a veces
las siglas, como pasó en la última jornada de lucha en la enseñanza
cuando todos los sindicatos, estudiantes y las asociaciones de padres
fueron al unísono. Pero después cada organización política, sindical o
social defiende celosamente su personalidad. ¿Unidad? ¿Qué es eso?
La división, es verdad, viene de lejos. Sin embargo los acontecimientos
presentes imponen una lógica bien distinta. Partidos, sindicatos y
asociaciones (incluido el 15-M) deberían estar montando un organismo
conjunto en el que, asimismo, se coordinasen los movimientos
sectoriales. Ésta es una lucha política que requiere instrumentos
políticos, unidad, generosidad, empatía y programas alternativos. Todo
el viejo y roñoso sectarismo de las izquierda (y sus sucedáneos), todos
los desencuentros, todos los malos rollos, todas esas frases cliché
(incomprensibles para la gente de la calle) con las que unos y otros
justifican su unilateralismo ya no tienen sentido. Ahora el desafío es
tan enorme que solo cabe afrontarlo conjuntamente. Aunque sólo sea por
una vez y no sirva de precedente.
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