Verdaderamente hay cosas que impresionan. Si leen ustedes la noticia
de hoy sobre la rebaja de sueldo a los directivos de las sociedades públicas dependientes del Gobierno de Aragón, descubrirán que un primer
recorte permitirá ahorrar (en este caso el término sí es correcto)
562.928 euros, y 686.928 euros cuando la medida se extienda a otros
ejecutivos del sector. Y conste que no resulta tan impactante el dato en
sí, como el hecho de que recortando en un 28% (de media) los
emolumentos de estos profesionales bienpagaos (y nombrados a
dedo) se obtenga un resultado tan notorio. Tendré que darles la razón a
quienes solían advertir que en nuestra Administración autónoma los loros
tragaban (y tragan) una barbaridad de chocolate.
Naturalmente, en las sociedades públicas se ganaban unos salarios realmente estupendos, destinados supuestamente a competir
con los de la empresa privada. El baranda de Expoaragón Empresarial
venía apaleando unos 120.000 euros anuales, que son 40.000 más de los
que percibe su teórica jefa, la señora presidenta del Gobierno autónomo.
El de Plaza se levantaba 110.000 euretes. El de Motorland, 100.000.
Pero no se preocupen ustedes por ellos, que a pesar de la segada tampoco
se quedarán en la miseria. Con ingresos que pasarán a oscilar entre los
80.000 y los 60.000 euros al año, seguirán ganando más pasta que
cualquier consejero del Gobierno de Aragón. ¿Pero se la ganarán de
verdad? Esta es la cuestión.
Porque más allá de los sueldos
(sueldazos, quiero decir) está el problema central: ni una sola de las
sociedades públicas ha cumplido su plan de negocios. Entre todas ellas
acumulan en estos momentos un agujero impreciso pero que no bajará de
los 600 millones (que no son chocolatinas precisamente). O sea que la
gestión no parece haber sido exitosa en absoluto. ¿Se han pagado estos
salarios competitivos para que sus perceptores ejecutasen descomunales ruinas?
Por lo cual ahora queda lo más molón y lo más jodido: frenar las
tremebundas pérdidas de las sociedades públicas, ponerlas en orden,
hacerlas sostenibles... o cesar a sus directivos.
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