Hace unos meses, un individuo (taxista, por más señas) llamó a Estudio de Guardia (Radio Zaragoza). Entre otras cosas contó con todo lujo de detalles que la esposa de Belloch, Mari Cruz Soriano, es propietaria de Bizi, concesionaria del servicio de alquiler de bicicletas que funciona en las calles de Zaragoza. La aludida lo estaba escuchando. Llamó a la emisora para responder negando la mayor. Y advirtió al acusador de que estaba dispuesta a ponerle una demanda. Pocos días después, el taxista justiciero volvía a telefonear a la radio para aclarar, entre balbuceos, que él solo contaba "lo que había oído", que no tenía ninguna prueba de nada de lo dicho, que hablaba por hablar.
Así está la situación. Bizi pertenece a una gran contratista de equipamientos urbanos, pero el alcahueterío local, las buenas gentes de orden y los ultras que incendian a cada minuto la red siguen con su matraca sobre la mujer del alcalde. No es la única invención que corre por ahí. Juan Alberto Belloch camina bastante desorientado por una Zaragoza convertida en una jungla a través de la cual acechan las calumnias.
Todo esto es absurdo y miserable. Al regidor zaragozano se le puede criticar por sus errores, que no han sido pocos. Pero esto de los rumores es otra cosa; esto no forma parte de ninguna regla del juego y degrada a ese amplio sector de la opinión pública que ha dado pábulo a las insidias y las ha convertido en una verdad percibida, una falsa realidad virtual.
A Belloch se le ha caído de las manos la post-Expo, ha visto cómo se frustraba su estrategia eventista anulada por la crisis, ha sufrido un considerable revés en la última cita electoral y ahora está descolocado y a la defensiva, apoyado por un equipo de gobierno corto y mediocre, necesitado del apoyo de CHA e IU, con escaso margen de maniobra en un Ayuntamiento lastrado por las deudas. Y además, las calumnias.
El alcalde no tiene fácil ni seguir en el cargo agotando el actual mandato ni salir de aquí de una manera airosa. Ser candidato al Senado en la convocatoria del 20-N le hará correr el evidente riesgo de no ser elegido (de los cuatro escaños en juego, el PSOE sólo puede aspirar a uno) y ser el menos votado de la terna socialista. Peligro. Seguir al frente del municipio (bajo fuego enemigo) hasta 2015 tampoco es una opción. Su propio partido, sometido a crecientes tensiones internas, busca una alternativa razonable para que Carlos Pérez Anadón entre al relevo en una fecha no muy lejana. Se supone que, de esta manera, la gestión del día a día ganaría fluidez, se dinamizaría el acuerdo con Izquierda Unida y Chunta y quizás se transmitiría algo de sosiego a una opinión pública cada vez más nerviosa.
Claro que Pérez Anadón, por su parte, también arrastra ya su correspondiente ración de rumores calumniosos. Lo dicho: esto es una jungla.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/domingo 25.09.2011
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