Famosos expertos aducen que el impuesto de patrimonio aprobado por el Gobierno de Zapatero y verbalizado en precampaña por el candidato Rubalcaba no es justo ni efectivo. Es pura demagogia electoral, dicen; así no se grava a los ricos Tienen toda la razón. A los ricos-ricos no hay forma de pillarles si no es actuando fiscalmente sobre las figuras jurídicas. Vale, virguero. Pero... a ver si alguien le pone este cascabel al gato, porque el sector público ha entrado en déficit y si no se reponen los ingresos esto pinta muy mal. Los potentados se van de rositas, los currantes apoquinan a la fuerza (son los únicos que tienen una economía personalizada y transparente) y Rajoy, nuestro futuro presidente, anuncia que aún bajará más el impuesto de sociedades. Genial, hermanos paganos. Nos van a jorobar de la forma más elegante: por detrás y por delante.
Proveer a la Hacienda pública de manera razonable no es tan complicado. Ahora bien, si aceptamos que los emprendedores, creadores de riqueza y de puestos de trabajo, son como los elefantes de la sabana y deben comer mucho para defecar a modo (pues ésa es su única contribución al Sistema) vamos listos. Si los inversores millonarios son fiscalmente intocables, pues de ellos depende la supervivencia de todos los demás, olvidémonos del Estado Social de Derecho. Si los más listos, los más guapos y los más aprovechados no tienen otra obligación moral que la de barrer para su casa, a la mierda la solidaridad, la responsabilidad y la igualdad de oportunidades.
Resulta bastante escandaloso que Eloy Suárez salga a la palestra para lamentar la subida del IAE a las empresas radicadas en la Inmortal Ciudad. ¡Se deslocalizarán¡, ¡se arruinarán!, ¡se perderán puestos de trabajo! Tremendo, ¿no? Y estamos hablando de incrementos medios de 486 euros al año, poco más de un euro diario. No creo que tal cantidad desequilibre a empresa alguna o asuste a las que se implantaron en las zonas de expansión beneficiándose de un Impuesto de Actividad previamente rebajado.
Hacienda, claro está, no somos todos. Eso sí, los que menos pagan son quienes más protestan.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/jueves 22.09.2011
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