El anterior Gobierno de Aragón (PSOE-PAR) llegó al 22-M semidesmayado, sin iniciativa, empujado por la rutina. Era el más claro indicio de que estábamos ante un fin de ciclo. El PP, sin embargo, emergía pujante con el impulso de quien se sabe cerca de la victoria. Bien, tal victoria se produjo y desde entonces han pasado bastante más de tres meses. Dos se fueron en las extensas y calmosas negociaciones entre el Partido Popular y el Partido Aragonés. Por fin el nuevo Ejecutivo tomó posesión avanzado julio y desde entonces las vacaciones primero y el aterrizaje después han ido consumiendo el tiempo sin que la maquinaria del Pignatelli eche a andar. La presidenta Rudi y sus consejeros todavía no han salido de las vaguedades al uso ni explicado realmente qué iniciativas políticas piensan tomar de inmediato. Los organigramas de los departamentos, institutos y sociedades no acaban de estar cerrados. Se producen bajas y destituciones sin que se sepa quién ocupará las vacantes. A estas alturas, incluso altos funcionarios de notoria ideología conservadora empiezan a mostrar su desaliento por tanta lentitud. Pero nadie que haya seguido de cerca la carrera política de la presidenta puede extrañarse: Luisa Fernanda Rudi nunca se ha caracterizado por su diligencia, prefiere avanzar sobre seguro y evitar las estridencias. Ya lo hizo así cuando fue alcaldesa de Zaragoza.
La inercia que empujó el tramo final de la actual legislatura sigue funcionando. Así, por ejemplo, ha comenzado el curso escolar. Pero la parálisis se deja notar en áreas muy sensibles. No es raro que en el primer semestre Aragón haya sido una de las comunidades que en menor medida ha acumulado déficit: se ha frenado el gasto porque la maquinaria administrativa está parada. Un caso: hasta hace pocos días, los centros especiales de empleo que ocupan a cientos de discapacitados tenían pendiente el cobro de las ayudas preceptivas del Inaem (Instituto Aragonés de Empleo) correspondientes a mayo, junio, extra de verano, julio y agosto. No cuesta imaginar la situación que semejante desfase está produciendo en las empresas afectadas.
Aragón necesita cambiar el rumbo pero para ello es preciso trazar una nueva singladura, saber a dónde se va y alistar una tripulación competente. El Gobierno PP-PAR está desmontando gran parte de la estructura técnica heredada del Ejecutivo anterior. A continuación quiere promover un macroconcurso para zanjar las comisiones de servicio y las interinidades en su plantilla de funcionarios. Entre una y otra cosa, la administración pública puede sufrir alteraciones que se prolongarán durante todo el año próximo. Justo el ejercicio para el cual Rudi ha anunciado una reducción del presupuesto de solo el diez por ciento. ¿Solo? La cosa puede ser terrorífica.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/domingo 11.09.2011
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