Algunas veces aludo aquí al Tea Party norteamericano y su función como radical punta de lanza de la derecha. Algunos lectores me han replicado que ese movimiento solo es una inofensiva excrecencia folclórica del movimiento neoconservador. Pero a estas alturas minimizar la transcendencia de los parties es imposible. El próximo candidato del Partido Republicano a la presidencia de los Estados Unidos o será alguien apoyado por los ultras y empapado de sus ideas o dependerá de ellos para pasar las primarias, hacer la campaña y, si gana, gobernar.
Además, el Tea Party (como cualquier fenómeno de masas surgido en los USA) es un producto exportable que ya se refleja en las derechas occidentales, Europa incluida. En España, las tesis ultraliberales y ultraconservadoras llegan desde la otra orilla del Atlántico e inspiran buena parte del imaginario y el argumentario del PP y de los comunicadores e intelectuales orgánicos afectos a dicha formación.
Total que el otro día se reunieron para debatir ante las cámaras todos los aspirantes a ser candidatos a la presidencia de los USA por el Partido Republicano. Y allí ardió el Troya-Party. Lo más fino que hubo fue negar, una vez más, la evolución de las especies (pues la creación divina es indiscutible) o jalear la constante aplicación de la pena de muerte en Texas. Además se lanzaron propuestas para acabar con el estado como ente prestador de servicios, se reclamó un fuerte descenso de los impuestos e incluso su desaparición, se lanzaron las más terribles acusaciones contra Obama. O sea, un aquelarre extremista de mucho acojonar.
Xenofobia, incultura, brutalidad, total desregulación económica... fascismo envuelto en promesas de libertad individual. Y lo más increíble es que, a diferencia de lo que paso en los años 20 y 30 en Europa, ahora la furia ultraderechista no se dirige contra una izquierda revolucionaria, porque la izquierda actual es reformista, está en el sistema, no parafrasea ni a Marx ni mucho menos a Lenin y, como mucho, aspira a profundizar la democracia social y a generar simultáneamente alternativas igualitarias y ecologistas.
Los del party son un peligro.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/lunes 12.09.2011
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