Puedo entender que el Chapo Guzmán, gran
señor del narcotráfico americano, se fugase de la cárcel por un túnel de
kilómetro y medio excavado desde fuera con maquinaria de obras públicas
y a la vista de todos. A la postre, en México no hay un estado normal
ni su democracia cumple los estándares más básicos. Pero todavía
alucino (llámenme ingenuo) ante ciertas cosas que suceden en España,
socio de la declinante Unión Europea y, según se dice, país
adecuadamente modernizado en casi 40 años de democracia (presuntamente
efectiva y de calidad). Verbi gratia: el incendio en la Residencia Santa
Fe. No logro concebir cómo fue posible que un edificio edificado
ilegalmente y sin permisos municipales de ningún tipo pudiera acoger
ancianos con un alto grado de dependencia y mantener durante 17 años
relaciones habituales con la administración autónoma, que es la
responsable de los servicios sociales. Ese centro estuvo ahí,
funcionando sin ningún disimulo, e incluso ayer mismo todavía figuraba
en la lista de residencias para ancianos con las que el IASS tiene un
concierto para conveniar plazas. Inaudito.
Los incendios catastróficos seguidos de amargas revelaciones sobre
fallos en la prevención y el cumplimiento de las ordenanzas han sido,
por desgracia, un clásico en la crónica de sucesos zaragozana.
Desde Tapicerías Bonafonte, pasando por el Corona o la Flying, cada
tragedia ha provocado escándalos, reformas burocráticas y, se supone,
mayores exigencias destinadas a garantizar la seguridad. Así hemos
llegado, decenio tras decenio, al siniestro de Santa Fe. La barbaridad
perfecta, ¿definitiva?
Las administraciones funcionan de una forma extraña: a veces son
implacables, prolijas y temibles en su celo; en otros casos, sin
embargo, toleran las irregularidades más escandalosas. Se dice que
situaciones como la existente en la residencia incendiada son habituales
en este mundillo. Y el Gobierno de Aragón (cuyo IASS lleva
cuatro años sumido en el caos) se dispone a realizar inspecciones
urgentes para cortar por lo sano. Con ocho ancianos ahí, de cuerpo
presente.
JLT 15/07/2015
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