Justo cuando las primeras multas correspondientes a la famosa ley mordaza
castigaban a un ciudadano (que acusó de "escaquearse" a la Policía
Local de su pueblo) y a una pobre prostituta forzada por las mafias
(cuya conducta fue considerada "obscena"), resultó que el PP (encarnado
en Rajoy y su pitoniso Arriola) pegó
un volantazo a la derecha (o sea, a la extrema derecha) designando a un
exalcalde xenófobo como candidato a las elecciones catalanas y a una
dura, durísima como jefa del partido en la Comunidad Valenciana. El país
sigue abatiéndose a estribor, tal vez porque el porvenir (a corto
plazo) de los conservadores pende de unos hilos... de plastilina.
El problema del PP y de los comunicadores que glosan sus
argumentarios es muy simple: basta que arremetan contra algo o alguien
para que el objeto de sus críticas (siempre tremebundas) sea visto con
mayor simpatía por el personal de a pie. La derecha españolista se las
ha arreglado para darle oxígeno a Mas, enredar hasta el delirio la cuestión catalana (de ahí que ahora lancen a la desesperada un candidato, el tal Albiol, más lepenista que verdaderamente conservador), mantener vivo a Pedro Sánchez,
perder buena parte del poder local y autonómico... y su mejor faena, la
consistente en sostener al alza las expectativas de Podemos. Todo ello
mientras don Mariano se desgañita vendiendo una recuperación que casi
nadie le compra.
La última esperanza de la derecha era que la gente más crédula y
timorata se acojonase al ver lo que les han hecho a los griegos la Merkel
y los demás amos del Eurogrupo. Pero por alguna razón esa traumática
experiencia (que las izquierdas no saben analizar porque su dimensión
desborda el amable marco de la democracia liberal clásica), en vez de
acoquinar a la ciudadanía ha despertado en buena parte de ella una sorda
rabia y unas ganas de votar contra la lógica del sistema; no ya con
alguna esperanza de que las cosas mejoren, sino por pura y simple
revancha. En fin... desde aquella inaudita portada del ABC llamando a defender al Reino de comunistas y separatistas, esto se va p'a allá. El calentamiento global, supongo.
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