No soy de los que han rasgado las vestiduras ante esa sección de la
web municipal de Madrid que se titula Versión Original y replica o
matiza informaciones sobre el propio ayuntamiento. Si hubiera sido cosa
mía, jamás habría afrontado así los evidentes problemas que tiene el
Gobierno local capitalino con buena parte de los medios. Antes optaría
por meditar y unificar los mensajes, hacer declaraciones con criterio,
no decir las cosas a medias ni hablar sobre lo que no se quiere hacer
público, mantener un contacto fluido con los periodistas, no
obsesionarse con las críticas y aprender cómo funciona esto de la
comunicación en condiciones adversas. Pero, en cualquier caso, lo de
utilizar un soporte digital para dirigirse directamente a los vecinos no
me parece ninguna barbaridad (lo hacen todas las instituciones), ni
mucho menos un ataque a la libertad de expresión. A la postre, cada
diario, radio o televisión puede decir lo que guste, asistir a las
ruedas de prensa, enterarse de lo que pasa, recoger declaraciones de los
grupos de la oposición e informar a su manera. El otro día, en El Mundo, Jiménez Losantos,
aseguraba que los comerciantes y hosteleros madrileños (el sector
servicios) tienen la duda de si no habría que pasar a la nueva alcaldesa
"por la guillotina", en un acto "de justicia". O sea,
libertad-libertad.
A Carmena la tienen frita: que si el bolso de paja,
que si sus concejales, que si está espantando a los inversores (y menos
mal que el mafioso Adelson se fue hace tiempo), que si hundirá el turismo y la actividad bancaria con nuevas tasas... Era de esperar.
Pero no es para tanto. Mejor será que la alcaldesa de Madrid traiga
un bolso playero, que uno de Luis Vuitton regalado por algún empresario
agradecido. Si impone una tasa a las pernoctaciones o a los cajeros, no
es algo que no ocurra ya en Londres o en París, y por eso no dejan de
recalar allí los viajeros (en Barcelona cobran el plus en los hoteles desde hace tiempo, y la ciudad cada vez es más visitada).
Lo mismo vale para la voluntad laicista del Ayuntamiento zaragozano.
Un gesto simbólico perfectamente normal. A qué tanto barullo.
JLT 18/07/2015
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