Desde las elecciones, de Ciudadanos-Aragón apenas se ha sabido nada. Configurado ad hoc para ser una segunda marca del PP tierranoblense (según confesó en su día el propio Eloy Suárez), el nuevo partido tuvo algunos días de gloria durante la campaña porque sus dos candidatas estrella, en particular la aspirante a la Alcaldía de Zaragoza, Elena Martínez, estuvieron estupendas en sus primeras declaraciones a los medios. Ahora, tanto la citada como la número uno autonómica, Susana Gaspar,
calladitas, habitan un fantasmal limbo. El viernes pasado, esta última
participó en el debate de investidura. Leyó un breve discurso que le
habían preparado y apenas pudo dar la dúplica porque la pobre ya iba a cuerpo. Eso sí, aplaudía con verdadero fervor las intervenciones del portavoz del PP, Roberto Bermúdez de Castro.
En Aragón, Ciudadanos carece de sentido si no suma nada con el PP. Si
su organización hubiera respondido a algo más que al interés inmediato
de algunas tramas fácticas, si sus líderes y candidatos más
significativos hubiesen tenido un poquito más de cuajo... pues a lo
mejor. Pero así, no se le ve mucho futuro al tema.
¿Y el PAR? Los de Aliaga (antes, de Biel)
se han quedado con la Diputación de Teruel, su particular aldea gala.
Gracias a una peculiar pócima mágica: las enormes e irracionales
inversiones acometidas por casi todas las administraciones públicas en
las tierras bajoaragonesas. Ese dinero se luce poco en resultados, pero
ha permitido a los regionalistas tener cinco diputados, que junto a los
nueve del PP (lo mismo suman 9+5 que 5+9, dijo don José Ángel guiñando
un ojo), han valido una minipresidencia.
Cinco diputados, sí. Carísimos, invertidísimos, supervaloradísimos.
Mas a partir de ahora, las cosas no serán tan fáciles. Dicen que el
futuro responsable de la Corporación de Sociedades Públicas Aragonesas
llegará con la orden de tapar como sea su descomunal y absurdo agujero.
Si lo hace, el PAR se quedará sin oxígeno. Por eso don Arturo decía el
otro día que es preciso mantener en pie los proyectos de antaño. Qué majo.
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