Nadie mejor que el PP debería entender la lluvia de ofertas
electorales (¿o electoralistas?) que abre ya la precampaña de las
generales (sea cuando fuere que vayan a celebrarse). Si el partido que
gobierna anda haciendo malabares con la política fiscal, los sueldos y
extras de los funcionarios, amén de las virguerías que puedan contener
los presupuestos a futuro que pretende elaborar de inmediato, parece
lógico que los demás se afanen en ofrecer algo a la ciudadanía. Si no,
¿por qué debería esta darle su apoyo? El debate, por supuesto, es muy
viejo. Cuando la derecha se quejaba de que el PER (y todavía no sabíamos
nada de los ERE ful y otros trucos) era un invento del PSOE para
cautivar el voto andaluz y extremeño, algunos ironizábamos sobre cómo
podría un partido (el Popular, por ejemplo) seducir a la gente humilde
del Sur proponiendo ayudas a la Duquesa de Alba o créditos
fiscales a las compañías del Ibex. Ahora, desde la misma banda se
insiste en que no se debe prometer lo que no se puede dar. Aunque...
¿Por qué no es posible atender a los excluidos y sí, por poner un
ejemplo, rescatar, indemnizar o subvencionar a bancos y empresas?
Pero el asunto no ha dejado de retorcerse. La llamada crisis ha
incrementado la pobreza (dato objetivo), y si un partido que aspira a
gobernar no es capaz de proponer algo para evitar las consecuencias de
tal situación, no merece la pena ni tomarlo en consideración. Es obvio
que las familias más golpeadas por la reestructuración económica y
social en curso deben ser atendidas. ¿Con unos ingresos mínimos de
subsistencia? Pues claro. Y con sanidad y educación universales y
gratuitas, con asistencia, con formación, con orientación... Estas
personas, no se olvide, sufren una extrema fragilidad, no suelen ser
capaces de entender los nuevos códigos y lenguajes, se sitúan al otro
lado de la brecha digital y necesitan solidaridad y comprensión.
400 euros al mes no es ninguna bicoca. Aunque algunos mindundis se
escandalicen ante la renta básica porque desprecian y odian a los
pobres... como admiran y temen a los ricos. Pero ese es otro tema.
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