Ver al responsable de Recursos Humanos de AUZSA empujar sin
contemplaciones a un trabajador dice más que mil palabras sobre la
naturaleza de un conflicto cuyos protagonistas directos necesitarían
someterse a un arbitraje supervisado... por psiquiatras. Enemigos
durante decenios, directivos de la empresa y miembros de la mayoría del
comité han convertido la huelga actual en una pelea a muerte. Tiene
razón el frente opositor en el Ayuntamiento de Zaragoza (PP, Ciudadanos,
PSOE y CHA) cuando exige al equipo de gobierno una intervención para
poner fin a esta locura (cien días de huelga). Pero es preciso reconocer
que poner paz entre las partes enfrentadas resulta hoy una tarea
hercúlea. Por otra parte, los socialistas deberían tocar este asunto con
más prudencia. En buena medida, el anormal servicio de autobuses que
moviliza (o inmoviliza más bien) al vecindario de la capital aragonesa
es obra suya.
Lo del directivo avasallador es inaceptable. Con
una empresa así no cabe extrañarse de que el correspondiente comité
actúe como actúa. Tal para cual. Lo malo es que cientos de miles de
zaragozanos están en medio, sufriendo las consecuencias de esa lucha
entre tozudos dementes. La perspectiva de soportar durante siete años
más a tan inestable concesionaria pone los pelos de punta. AUZSA es en
sí misma un argumento a favor de municipalizar el servicio. El
corporativo y duro sindicalismo que reina en la plantilla es el mejor
argumento contra la inclusión de semejante personal en una hipotética
municipalización.
Por lo demás, irse de la olla se ha convertido en deporte nacional. Rajoy,
que viene de tragarse el miserable trato con Turquía para expulsar de
Europa a los refugiados, se empeña en ignorar al Parlamento. Iglesias ha nombrado a Echenique secretario de Organización, dando un curioso giro a las pasiones que agitan el interior de Podemos. Besteiro ha dimitido por fin. Han condenado a Rita (a Maestre, no a Barberá).
Nadie sabe cuándo ni cómo habrá nuevo gobierno. Como decían los Reyes
en sus cariñosos sms al presunto corrupto, este país se está poniendo
muy difícil.
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