Todo lo que quieran, pero Pedro Sánchez salvó el día. Y así,
jornada tras jornada, va ganado tiempo y espacio: se está afianzando en
la cuerda floja de la ambivalencia, ha puesto bajo control a los barones
de su partido, proyecta su figura dentro y fuera de España (su discurso
fue seguido por numerosos medios extranjeros) y ha logrado, a base de
audacia y autoestima, convertirse en candidato a la presidencia del
Gobierno mientras Mariano Rajoy se ve relegado al papel de jefe
del primer partido de la oposición. Al del PP se le ve muy avinagrado.
Supongo que ayer se dio cuenta del inmenso error que cometió quedándose
al margen de la pelea, a la espera de que los poderes ocultos le metiesen al PSOE en el redil de la gran coalición. Ahora solo tiene derecho al pataleo, porque además su rival le ha birlado al único aliado posible, Ciudadanos. Qué torpe.
Sánchez ofreció ayer la versión más progre posible de su pacto reformista con Albert Rivera,
quien desde su escaño asentía como un buen feligrés mientras el
socialista leía su discurso mirando alternativamente a sus propios
diputados... y a los de Podemos. La intervención fue un hábil ejercicio
de camuflaje ideológico. Con otro enfoque y algún retoque, parte de su
contenido habría servido para encandilar a la mismísima bancada
conservadora, si esta no fuese tan carca. Desde luego no convenció para
nada a Podemos, pero esa es una partida que se va a jugar más adelante
porque Pablo Iglesias y los suyos no han cerrado la puerta, ni mucho menos.
En cuanto a Rivera, parece encantado con su actual emparejamiento. En
Ciudadanos ni siquiera se mosquearon cuando Sánchez, que leía a toda
velocidad, se dejó el pacto relativo a la desaparición de las
diputaciones provinciales. ¿Cómo imaginan los del nuevo centroderecha qué acabará su apuesta? Es mi mayor duda. Porque lo de la gran coalición
resulta cada vez más improbable, y mientras Sánchez ya ha ganado mucho
(aunque pierda la votación de hoy y la del viernes), ellos están más en
Valdemoro que en Pinto, llamando liberalismo a lo que sus actuales
aliados denominan socialdemocracia. Curioso de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario