Escribo desde el XVII Congreso de Periodismo Digital de Huesca, donde
mi profesión se radiografía a sí misma en un apasionado intento de
conjurar nuestros problemas y despejar el futuro. Tres colegas, las tres
mujeres, responsables de comunicación en los ayuntamientos del cambio,
abrieron fuego en una mesa redonda sobre nueva política. En un arranque
de atormentada sinceridad hicieron todo lo que los manuales aconsejan
no hacer a quienes se ocupan de las relaciones con los medios
informativos: se refugiaron en el victimismo, describieron su cometido
en clave meramente defensiva, culparon al mundo exterior de sus
múltiples cuitas... y provocaron una tormenta de tuits adversos por
parte de la concurrencia, muy poco proclive a mostrar compasión con
quienes, a la postre, representan un poder emergente y ya no desfilan
entre la gente de a pie sino en el triunfal carro de los jefes.
Podemos y los comunes
de toda condición están cogidos en una trampa que en parte
contribuyeron a montar. Son demasiado primerizos en casi todo. Han
carecido de estrategias bien definidas. Han intentado superar tales
carencias mediante golpes de efecto y una pretendida autoridad moral
sobre los otros partidos... Además, efectivamente, han sido y están
siendo objeto de durísimas campañas lanzadas en su contra. No les
perdonan ni una.
Claro, ahora ZeC ofrece negociar un pacto de
gobernabilidad con PSOE y CHA, justo lo que debió haber intentado tras
las elecciones del pasado mayo. He aquí cómo las cosas caen por su
propio peso. ¿Es una forma de reconocer que se equivocaron entonces? Lo
es. Deberían reconocerlo.
Mientras, Podemos vive alguna tormenta
interna (seguramente de menor intensidad que las desatadas en el seno de
otras formaciones), y las profecías demoscópicas acosan a Iglesias y los suyos. Así que a la nueva
izquierda solo le queda una salida: afrontar las cosas con serenidad,
ejercer la autocrítica, dejar de quejarse, hacer a toda velocidad los
deberes... y admitir que la política tiene su peculiar e insoslayable
fuerza de la gravedad.
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