Hay que leer con detenimiento el acuerdo de gobernabilidad para la
capital aragonesa que ZeC ha entregado a PSOE y CHA (verlo en
http://zaragozaencomun.com/gobernabilidad/). Para empezar, resulta
evidente que Santisteve y los suyos han rectificado sus
planteamientos previos, aquellos que tras las elecciones de mayo
impulsaron una extravagante y confusa negociación con las otras dos
formaciones, compartimentando las áreas institucionales bajo el
principio "una cosa son los ayuntamientos y otra la autonomía". Ahora,
la actual propuesta de diálogo ofrece un pacto muy amplio y propone
mantener líneas de contacto entre los distintos partidos a fin de
acordar decisiones en todos los niveles administrativos. Aleluya pues.
A partir de ahí, es fácil comprobar que la oferta de los comunes
plantea medidas de todo tipo, más o menos específicas, más o menos
desarrolladas, con muchas de las cuales habría de estar de acuerdo
cualquier progresista. Da la impresión de que ese catálogo, donde
asuntos claves del urbanismo o la movilidad se mezclan con actuaciones
sociales o de protocolo mucho más simples, ha sido elaborado por
agregación de reivindicaciones o ideas procedentes sin duda del
abigarrado elenco integrado en ZeC. El resultado final es variopinto,
pero no define con precisión qué se quiere hacer exactamente con
Zaragoza ni cuáles son las prioridades ni cómo sería posible poner en
red el trabajo de las distintas áreas municipales. Además hay ausencias
clamorosas (la Feria de Muestras, la gestión de los parques, la
programación cultural, las fiestas del Pilar... por ejemplo).
Es preciso saber hacia qué Zaragoza vamos. Y la izquierda en su
conjunto debe negociar y acordar un plan mucho más ambicioso y múltiple
de lo que sugiere (quizás para no determinar en exceso el diálogo que ha
de venir) la propuesta de los comunes. La recuperación de la
ciudad consolidada, la expansión del tranvía y otras grandes decisiones
deben ceñirse a una puesta en marcha mucho más concreta.
ZeC tiene como estrategia el uso del espacio político municipal para
afrontar de manera transversal la emergencia social y proteger e incluso
ampliar los derechos de la ciudadanía. Un objetivo importante pero
también muy complejo, sobre todo a la hora de combinarlo en el día a día
con el cometido natural de cualquier ayuntamiento: mantener y
mejorar los servicios urbanos, promover la calidad de vida del
vecindario, promocionar la ciudad y su oferta turística y comercial,
atraer inversiones, impulsar la cultura... Esa es la clave, porque, como
todos estamos viendo, una cosa es proclamar que éste es un tiempo nuevo para Zaragoza, y otra resolver la huelga en el bus. Que es de lo que se trata.
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