Más o menos, la cosa está como sigue: Rajoy ignora y desprecia a Sánchez,
de la misma manera que Sánchez ignora y desprecia a Rajoy. Los dos
perdedores del 20-D han consolidado una relación perfectamente
simétrica. Por su parte, el del PSOE mantiene dos líneas de posible
pacto de gobierno que habrían de ser complementarias, aunque se excluyen
mutuamente. Podemos no quiere a Ciudadanos y Ciudadanos rechaza a
Podemos. Como ninguno de ambos partidos consiguió algo parecido a una
victoria en las últimas elecciones generales, los dos sobreactúan
intentando ocupar espacio escénico por lo que pueda venir. Para colmo,
en este absurdo rigodón, nadie se fia de nadie. Así, el acuerdo
PSOE-C's, único que ha sido dado a luz en estos tres meses, tan pronto
parece ser un hermanamiento estratégico social-liberal para siempre
jamás, como un papelito de poco más o menos. Finalmente tenemos a los
nacionalistas periféricos, cuyas aspiraciones distorsionan a lo bestia
una situación política ya de por sí muy distorsionada.
Desde hace
mucho tiempo, esto parece un frenopático. Si en todo el mundo la
política institucional se ha convertido en un instrumento lentísimo
incapaz de regular procesos externos rapidísimos (la tecnología y sus
efectos en los ámbitos económicos, comunicativos y culturales), en
España la cosa ha derivado en un demente letargo. Ya el día en que se
dió por buena una convocatoria de elecciones generales en vísperas de
las vacaciones navideñas, servidor se quedó pasmao. Ahora, las
negociaciones están suspendidas a la espera de que pase Semana Santa. Y
si hay que volver a las urnas, se hará el último domingo de junio, a
punto de salir para el veraneo. Me parece acojonante. Ya entiendo por
qué aquí nadie dimite pese al fracaso electoral, por qué los pactos son
un teatro, por qué el Gobierno en funciones se pasa por el arco del
triunfo al Parlamento electo y por qué la ciudadanía está convencida
(cuales nobles indios de las praderas norteamericanas) que los políticos
(como aquellos rostros pálidos) hablan con lengua de serpiente. Ssshhh!
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