Tenían razón quienes advertían hace semanas que lo de la gomina (más
bien un acondicionador para el cabello) y el turrón iba a ser lo de
menos, en comparación con el famoso viaje a La Coruña que llevó a cabo Pedro Santisteve
para reunirse con otros alcaldes del cambio. Ahora el asunto ha
estallado en Valencia, cuyo regidor, de Compromís, ya ha sido puesto
bajo los focos de la Fiscalía. Ha dicho (Joan Ribó) que, si le
abren diligencias, dimitirá. Normal, pues en España ha llegado la hora
de que imperen los principios y las reglas del juego, aunque tal
ejercicio pueda resultar a veces incómodo y aun injusto.
Caben
dudas respecto del carácter institucional del desplazamiento de Ribó y
Santisteve a Coruña. Aquel encuentro reunió a munícipes de la misma
cuerda pero también fue un primer paso para coordinar las actividades de
los respectivos ayuntamientos. ¿Una especie de Federación de Municipios
alternativa? Por si acaso, Ada Colau, la más política e
inteligente de todos los nuevos regidores locales, no cargó su viaje al
municipio. Así, nadie ha podido ponerla en la picota.
Está fuera
de toda duda que los ayuntamientos grandes han pagado de manera habitual
viajes, champús, viáticos varios y actividades diversas de sus
gobernantes. Y ahí se desdibuja la frontera entre lo que es adecuado y
lo que no; entre los gastos de representación razonables y los abusos.
La pretensión de tener gestores trabajadores, competentes y honestos...
pagándoles una mierda no encaja tanto con la exigencia ética como con
las fobias antipolíticas que suelen ser hijuelas del fascismo. Aunque,
claro, he dicho honestos. Que lo sean y que lo parezcan. Más tratándose
de gente como la de Podemos, Compromís y comunes en general, que llevan la regeneración y el rigor por bandera.
Santisteve está en una situación delicada y debe actuar con suprema delicadeza. A él y los otros alcaldes del cambio
les han puesto bajo el microscopio. No pueden permitirse el lujo de
meter no ya la pata, sino la punta de la uña del meñique. Y si
cualquiera de sus gastos no acaba de estar claro (¡clarísimo!)... a
devolverlo.
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