Carteles pintados sobre papel de embalaje proclaman que la Facultad de
Humanidades de Zaragoza está ocupada. La verdad es que en el centro se
siguen dando clases y todo parece bastante normal, salvo por los afiches
y los panfletos y fanzines que reclaman la autogestión, propugnan la
lucha contra la propia universidad o ponen a caldo a los jerarcas
académicos, como hacían éstos, a su vez, cuando eran estudiantes allá
por los Setenta y también querían cambiar el mundo y darle la vuelta al
alma mater. Qué bonito. La rebeldía de los jóvenes está muy bien. La de
antes, que se proyectó sobre el final de la dictadura acelerando su
descomposición; pero también la de ahora, que emerge novata e ingenua,
enfrentando la locura de esta crisis devenida en paroxismo de la
codicia. Por otra parte, que unos estudiantes pongan en tela de juicio
el sistema es una cosa inocua, si la comparamos con el inicuo empuje de
quienes barrenan dicho Sistema desde su interior. Si alguien ha de poner
en peligro a la Universidad pública será (por pasiva) la propia
nomenklatura académica, incapaz de renovar la enseñanza superior, y
sobre todo (por activa) el Gobierno central, su homólogo autónomo y el
Ministerio de Educación.
Los verdaderos antisistema no acampan en las plazas ni en los campus
universitarios, van en coche oficial o vuelan en avión privado.
Embarullan las reglas del juego, mienten, estafan y se ríen de la gente
con total impunidad. No repaso el listado de habituales guarrerías
institucionales y sociales por no repetirme aún más. Con su vicioso
desenfreno, los poderes oficiales y fácticos están haciendo inviable un
futuro razonable a corto plazo.
Si Aragón (y España en general) pierde su universidad pública, las
consecuencias serán terribles. Nuestra sociedad se empobrecerá sin
remedio. Y no nos engañemos: no se asfixia económicamente a los campus
para mejorarlos sino para hundirlos. Vivimos (sufrimos) un proceso
revolucionario. Sus activos agentes no lucen rastas, visten trajes a la
medida y parecen haber sido fabricados con el mismo molde. ¿Se han
fijado cuánto se parecen Emilio Botín y Luis de Guindos?
JOSÉ LUIS Trasobares 25/05/2012
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