Tras su urgente reforma, la asignatura Educación para la Ciudadanía ya no se llamará así, pues parece ser que el término ciudadanía
resultaba ideológicamente sesgado (¿?). A cambio, su contenido pasará a
recoger de manera explícita la defensa y elogio de la propiedad
privada, además de eliminar cualquier crítica a la intolerancia
política, cultural, racial y sexual, así como a la pobreza, la
desigualdad y otras lacras que el ministro Wert considera una
invención izquierdista. Todo lo cual (más otras perlas que se han
conocido a través de los medios) tiene por benéfico objeto poner fin al
perverso adoctrinamiento que el Gobierno del incauto ZP introdujo en la polémica materia.
Lo que más llama la atención es eso de la propiedad privada. ¿Alguien
está contestando o poniendo en peligro tal principio? Si es así lo debe
hacer con mucho misterio, pues a fecha de hoy no existe un sólo programa
político de algún relieve que ponga en cuestión el derecho de la
ciudadanía (con perdón) a poseer bienes, incluidos los llamados bienes
de producción. La izquierda actual (pero la izquierda-izquierda, que el
PSOE va de centrista) reclama la redistribución de la riqueza
mediante un sistema fiscal progresivo o el sostenimiento de un sector
público que garantice la igualdad de oportunidades o mecanismos
destinados a controlar la actividad económica para evitar prácticas
indeseables (fraude fiscal, especulación, estafas financieras y otros
delitos). Sin embargo hace decenios que ningún partido exige la
abolición de la consagradísima propiedad privada.
Rebotes
integristas como éstos que sacuden y galvanizan al PP sólo se producen
en el marco de una aguda lucha ideológica. Las diversas opiniones sobre
la masiva huelga de ayer en la enseñanza revelaron esa intensa pugna,
que el Gobierno Rajoy y sus terminales regionales llevan al
paroxismo. No está en discusión el mejor futuro de la educación pública
(y el de la sanidad), sino el ser o no ser de la misma. Porque el
conservadurismo más radical se ha empeñado en una lucha descarnada cuyo
objetivo es privatizar absolutamente lo individual y lo colectivo, sin
concesiones ni compasión. Es evidente: la ciudadanía corre peligro.
JOSÉ LUIS Trasobares 23/05/2012
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